Por consiguiente, todo ello ha afectado en cierto grado el pensamiento y la conclusión del público y lo ha conducido a muchos malentendidos. Por ejemplo, algunos exageran el poderío económico de China, creyendo que el rápido desarrollo de este país ha perjudicado sus intereses creados; otros piensan que la demanda de energía por China provocará escasez de recursos en el mundo; otros sostienen que China todavía se encuentran en la fase de cambio del tipo de desarrollo y su tendencia en el futuro sigue indeterminada, y abogan por aplicar contención a China; e incluso hay quienes distorsionan su estrategia de desarrollo pacífico para confeccionar y dar bombo a toda clase de versiones de “colapso de China” y “amenaza china”.
Los malentendidos tienen origen en el desconocimiento de la situación real de China. Algunas personas solamente ven nuestros logros y pasan por alto las muchas contradicciones, problemas y dificultades que nos atormentan. En realidad China aún es un país en vías de desarrollo y se enfrenta con la brecha entre ricos y pobres, la presión demográfica, la escasez de recursos y el desarrollo no equilibrado. Al mismo tiempo, China es un país que ama la paz, nunca ha pensado en disputar la hegemonía en el mundo. Su objetivo no es más que el de seguir el camino del desarrollo pacífico, resolver los asuntos cardinales que atañen a la prosperidad del país y la vida del pueblo y edificar una sociedad armoniosa.
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