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Menos plástico, mejor medio ambiente
Agregar a favoritos | Imprimir | e-mail | Corregir   10:00 04-01-2010 / spanish.china.org.cn
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Cada día son más los que utilizan las bolsas de tela.

A partir del primero de junio de 2008, China empezó a prohibir a nivel nacional la producción, venta y utilización de las bolsas de plástico de espesor menor a los 0,025 mm y el ofrecimiento gratis de bolsas de plástico en los supermercados, mercados al menudeo, centros comerciales y otros lugares.

En los últimos 12 meses, Jiang Nan, ama de casa de Beijing, se acostumbró a usar las bolsas de tela, a las que los ciudadanos de la capital suelen llamar bolsas de protección ambiental. La señora dispone de más de 10 de estas en casa, ninguna de las cuales fue comprada. “La mayor parte me las obsequiaron cuando hicieron algunas promociones, el resto me las regalaron en la calle algunas organizaciones de protección ambiental”.

Cuando ella acude a hacer compras una vez cada dos días al supermercado o al mercado más cercano, carga siempre los productos en una o dos bolsas de tela y casi no usa bolsas de plástico, excepto para las carnes crudas o alimentos cocidos que necesitan ser envueltos. “Comprar bolsas de plástico no me parece económico ni bueno para el medio ambiente. Sólo cuando cargo demasiadas cosas u olvido llevar la bolsa de protección ambiental, compro una bolsa grande, que después de regresar a casa vuelvo a usar como bolsa de basura”.

Antes Jiang Nan solía utilizar las bolsas gratis que conseguía en los mercados para echar la basura, pero ahora adquiere paquetes a precio de 2 yuanes por 50 unidades (equivalente a unos 0,3 dólares de EE.UU.). Sinceramente, confesó, no había tenido plena conciencia por la protección ambiental y no empecé a utilizar las bolsas de tela hasta la promulgación de la disposición de limitar el consumo de las bolsas de plástico.

El 2 de junio pasado, en una rueda de prensa, se publicaron las cifras de la Asociación China de Franquicias y Cadenas de Tiendas correspondientes al primer año de aplicación de la orden de limitación del consumo de bolsas de plástico, según las cuales, la utilización de este producto se redujo en 40.000 millones de bolsas, lo que representó un ahorro de más de 1,2 millones de toneladas de petróleo.

Este éxito se obtuvo gracias al esfuerzo conjunto de muchos factores de la sociedad. Los clientes del mercado que frecuentaba Jiang Nan, en su mayor parte, viven en los alrededores de ese centro comercial y casi todos se acostumbraron a llevar su propia bolsa de tela para hacer las compras. Los vendedores de verduras tampoco les proporcionan bolsas gratis. “Los dueños de los puestos nos preparan generalmente una jofaina de plástico para pesar las mercancías. Si los clientes queremos una bolsa de plástico, tenemos que comprarla”, explicó Jiang.

Según el gerente de administración del mercado, a partir del junio del año pasado, esa instalación empezó a prohibir la entrega de bolsas gratis y ofrecer a los dueños de los puestos las bolsas que corresponden a las exigencias de la disposición estatal. “Las bolsas que actualmente usamos valen más caras que las de espesor delgado que antes entregábamos sin cobrar. Aun así, sólo las proporcionamos cuando los clientes las piden y cobramos según el precio al que nos las venden”. Cuando detectamos que los vendedores dan a los clientes bolsas que no tienen la calidad requerida o sin cobrar, son advertidos o castigados con una multa. Al comenzar a aplicar esta disposición, los comerciantes y los clientes no se adaptaban al cambio, pero ahora las bolsas de protección ambiental se han hecho muy populares.

Sin embargo, no todo el mundo es partidario de esta política verde, especialmente los jóvenes, que parecen algo atareados para llevar siempre consigo una bolsa de tela. “Tengo una bolsa de protección ambiental en casa, pero nunca recuerdo llevarla conmigo. Usar bolsas de plástico es muy práctico y limpio, por eso no me importa gastar decenas de centavos para comprarlas”, opinó un joven consumidor.

Otra chica, Huang Jing, aunque lleva siempre una bolsa de tela, la usa sólo de vez en cuando. Al comprar verduras frescas o helados, prefiere llevarlos en una bolsa de plástico, para no ensuciar la de tela. Además, considera que algunas bolsas de protección ambiental son confeccionadas con un material duro y resultan difíciles de plegar, mientras otras son de baja calidad o no están bien diseñadas. “Me apena lucir una de esas en la calle”.

Persisten también los vendedores que continúan proporcionando secretamente bolsas gratis a los clientes, en contra de la orden estatal. “La señora que me vendió las verduras en el mercado me dio la bolsa sin cobrar y luego guardó mis productos en la bolsa de protección ambiental que yo siempre cargo”, dijo Huang Jing.

Por lo general, en Beijing y otras grandes ciudades la restricción del consumo de bolsas de plástico logró un efecto satisfactorio, reconocido por la prensa y el público, pero en algunas localidades pequeñas y cantones, la popularización de la medida encontró barreras. “Desde mayo del año pasado, escuché que el Estado prohibiría el uso de las bolsas de plástico y pronto estas bolsas fueron muy acogidas. Temía también que se me agotaran y fui a comprar 100 paquetes de una vez (cada paquete tiene 100 bolsas) con 300 yuanes (alrededor de 44 dólares estadounidenses)”, recordó la señora Yu, vendedora de verduras en un mercado del distrito de Lichuan, provincia de Jiangxi.

La facilidad, bella apariencia y buena calidad hacen que la gente acepte las bolsas de protección ambiental.

“Ciertamente, en el primer mes posterior a la publicación de la medida desaparecieron las bolsas de espesor muy delgado que solíamos dar a los compradores, pero poco a poco han vuelto a aparecer, a un precio 50 centavos más caro que antes por cada paquete”. Las grandes fábricas, estimó la comerciante, dejaron de producir estas bolsas por la prohibición estatal, pero algunos talleres pequeños siguen elaborándolas a escondidas y elevaron la tarifa ante esta oportunidad. Conforme a la señora, en los distritos de las provincias, la gente carece de la atención dada a la protección ambiental y no conoce bien tampoco las políticas estatales. Los vendedores pequeños no quieren cobrar a los clientes el precio de las bolsas y no reciben castigos ni control por la utilización de este producto de plástico. Años atrás las personas llevaban una canasta para comprar las verduras, pero desde principios de los 90 estos medios fueron sustituidos por las bolsas gratuitas. “De todos modos, las bolsas de plástico salen mucho más prácticas”, apuntó la vendedora, que confesó consumir diariamente un paquete de bolsas en su puesto de ventas.


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