Tras muchos años de perseverancia, Shi Liliang camina con ligereza. Suele atarse bolsas de arena y acero en las manos y pies para correr largas distancias. Una vez que retira el peso, se siente relajado. Esta sensación es el arma legendaria. Shi Liliang se suspende a menudo de un precipicio o corre por las barandillas de 10 centímetros de ancho del edificio para entrenar su valentía y cultivar su sentido del equilibrio. Shi avisa de que es indispensable tener una buena base en Kungfu para poder practicar estos peligrosos ejercicios.