Con la deliciosa comida, Jiang Nan estudia y trabaja felizmente. En los últimos años, Jiang Nan vive en Chengdu como si fuera un habitante local, yendo a las casas de té y los restaurantes de olla mongola. Trabaja como presentador en una televisión, tiene su propio bar y conoce a muchos amigos. “Quiero casarme con una chica local y vivir en Chengdu para siempre”.
Jiang Nan ha visitado otras ciudades del país, particularmente ha ido a Hong Kong varias veces, donde el ritmo de vida es muy rápido, pero a él le gusta una vida del ritmo tranquilo. A su juicio, la “lentitud” es tomarse un rato libre en medio de muchas ocupaciones, es a veces apresurarse y a veces relajarse. “Pienso que los ciudadanos de Chengdu son inteligentes y saben cómo vivir. Pueden encontrar su modo de vida, no importa que tengan más dinero o menos. Una ciudad como ésta merece ser calificada como ciudad alegre”.
Una pareja de ancianos acompaña a su nieto de un año a jugar en la plaza de Tianfu. La abuela Wang Guaixiang dice que vinieron a Chengdu desde Baoji en agosto de 2008. “El pueblo local es muy entusiasta. Somos felices viviendo aquí”. Dice que los habitantes locales disfrutan de la vida, contemplando las flores o tomando el sol de vez en cuando, y que las relaciones interpersonales son armoniosas. En los autobuses siempre hay quines les ceden asiento a ella y a su nieto.
El tío Qin y la tía Qu, jubilados de la Universidad de Medicina Tradicional China de Chengdu, pasean por el Parque del Pueblo cada semana. “Pedimos té y unos aperitivos, y podemos pasar el día sentados aquí por sólo diez yuanes”. La tía Qu habla sin cesar del Chengdu ocioso, cómodo y tranquilo. Explica que los ciudadanos tienen variadas formas para divertirse: ir a los parques, pasar el tiempo en las zonas rurales, jugar al ajedrez y a las cartas, tomar el té y comer pipas.