Turismo en China: 8 lugares para divertirse en Lhasa (Tíbet) Exclusiva

No basta con ir una vez en la vida a Lhasa; este lugar mágico tiene mucho más que ofrecer. A pesar del desarrollo galopante, la capital del Tíbet sigue guardando parte de su misterio. La ciudad actual es una mezcla de lo ‘sagrado’, ‘puro’, con la modernidad y las últimas tendencias. Para experimentar la cara más calmada de Lhasa, recomendamos estos ocho lugares:

1. Probar el chang (licor tradicional tibetano de cebada)

 

Tras una fermentación de dos días, el licor chang de cebada de la taberna de Tashi Tsering se saborea mejor por la mañana temprano. Los lugareños acuden desde los patios de la calle del Barkhor en un flujo incesante para comprarlo. Tashi Tsering es el hijo de una familia campesina y trabajó como bailarín en la compañía Kashag Aulic durante su infancia. Luego, luchando contra su destino, se dedicó a estudiar en la India y Estados Unidos. A su regreso al Tíbet, se dedicó a ayudar a los niños de las zonas pobres del Tíbet para que puedan acudir a la escuela. De hecho, su vida es una obra literaria llena de bellas historias.

En un pequeño patio en Muruningba, al este del Templo de Yokhang, el licor chang de la casa del anciano Lobsang es tan suave como el de Tashi Tsering. La única diferencia lamentable es que la producción de este lugar no es tan grande, y el licor que aquí produce cada día se agota tan pronto como llega la tarde. El anciano Lobsang puede ser considerado como el último en haber recibido, durante sus estudios en la Universidad Sonam Dajie Shrukhang, el legado del baile ‘dui xie’, una danza tradicional tibetana en la que se golpea el suelo de forma rítmica. Son muchos en Lhasa los que pueden bailar esta danza, pero sólo el anciano Lobsang conoce las 120 variedades de este baile.

2. Teterías

El té dulce puede presentar numerosas variedades y cada tetería tiene sus especialidades. Por ejemplo, una pequeña tetería llamada ‘Zhaxixia’, al norte del Barkhor, es pequeña, pero el sabor de sus tés dulces compensa la falta de espacio, por lo que se ha convertido en uno de los lugares favoritos de los comerciantes de la zona.


Hay otra tetería de este tipo en la vía que une la Gran Mezquita con el Monasterio de Monjas de Canggu que suele pasar desapercibida para los paseantes. El té aquí es preparado por numerosas muchachas muy atareadas. No es muy dulce, pero su aroma es excepcional.

Las muchachas salen y entran continuamente de la tetería para atraer a los clientes, permanecen en la puerta con su sonrisa, tan dulce como el té. Si los clientes quieren tomar té o echar un vistazo, sólo necesitan decir una palabra y una camarera acudirá inmediatamente.

No lejos de esta tetería sin nombre, hace dos años abrió una nueva tetería en el Monasterio de Canggu. Las monjas hierven el té, atienden la cocina y cobran a los clientes. Al igual que en las grandes teterías, los clientes deben ir a la cocina para hacerse con una taza. Si quieren comprar té con un peso superior a las dos libras, los clientes tienen que hacerse con un ticket. Degustar el té en este lugar es toda una experiencia que merece la pena.

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Palabras clave : Lhasa

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