Merece la pena pasar unos días en el pueblo, descansar, beber té pu’er en cafeterías y observar a la gente. Usted también podría hacer equitación, imaginándose a sí mismo como parte de una caravana Tibetana.
Si usted tiene prisa y sólo dispone de unas pocas horas, entonces debería de ir a ver el Puente Qinglong, el cual conecta a la Plaza Sifangjie con la Calle Jubao, al pie de la Montaña Jubao. La montaña recibe su nombre que significa “coleccionando tesoros” en chino, del hecho de estar compuesto por varias colinas que se parecen a lingotes de oro. El puente aparece en la película de Zhang y se extiende sobre el gran Río Qinglong.
Un lugar favorito para los amantes es el Puente de la Cadena. Desafortunadamente, los visitantes aquí arruinan el ambiente romántico haciendo tambalear al antiguo puente a propósito para divertirse.
El pozo de tres agujeros de Shuhe combina a tres piscinas de agua – un tanque principal para beber, uno secundario para lavar verduras y un tercero para lavar la ropa. Las mujeres locales aún lavan la ropa golpeando a ésta con palos de madera.
En cuanto a recuerdos, son casi lo mismo que en Dayan y no más baratos. Algo muy recomendado es la tela de batik bordada, la cual puede ser usada como una bufanda, ropa de cama o un juego de cubiertas para la televisión. Asimismo, recuerde comprar algunas peras de nieve, si es la estación. Dichas peras son cultivadas en nieve derretida y son muy sabrosas.