Al tomar la decisión de asistir al trabajo en apoyo al Tíbet en el verano de 2008, Xie Dan, médica del Hospital de Ginecología y Obstetricia de Beijing, no sabía que el camino lejos de casa sería tan duro.
“Mi hijo de tres años, justo en el día de mi partida, empezó a presentar fiebre alta, y en los tres días y noches posteriores me llamaba llorando. Más tarde supe por mis familiares que tenía pulmonía”, cuenta Xie.
Actualmente Xie Dan trabaja como médica en el Centro de Salud Materno-Infantil de Lhasa, además de ofrecer la orientación profesional necesaria a sus colegas de allí, sobre, por ejemplo, el estricto examen prenatal, las pruebas de tamizaje para enfermedades congénitas y hereditarias y la reducción de la tasa de partos por cesárea.
“En Lhasa, la mayoría de las mujeres encintas ahora quieren dar a luz en el hospital. Cada día unas cien mujeres embarazadas vienen a nuestro hospital para recibir el examen prenatal”, explica la doctora. En el Tíbet, el parto hospitalario para los campesinos y pastores es gratis, y las mujeres que hacen su parto en el hospital y sus acompañantes pueden recibir asimismo una gratificación de 30 y 20 yuanes, respectivamente.
Han transcurrido siete meses desde que llegó Xie Dan al Tíbet. La impresión más profunda que le ha dejado este lugar es el “bello paisaje y su gente sincera y honesta”. Muchos pacientes procedentes de las regiones ganaderas no hablan el chino, pero al saber que ella venía de Beijing, la saludaron con mucha amabilidad.
Poco tiempo después de su llegada a Lhasa, Xie Dan se encontró con una tibetana embarazada proveniente de regiones ganaderas. “Ella se sentía mayor y estaba nerviosa, solicitó el parto por cesárea. Después de examinarla, la alenté para que lo hiciera por sí misma. Al día siguiente, dio a luz sin contratiempo a un bebé sano, y su esposo me estaba muy agradecido”.
El pintoresco paisaje del Tíbet y la amabilidad y amistad de los tibetanos han aliviado en gran medida la nostalgia de los profesionales enviados en apoyo al Tíbet y hecho que los pekineses se encariñen poco a poco con este lugar.
A partir del III Foro del Trabajo del Tíbet del Comité Central en 1994, las diversas entidades de apoyo de sectores homólogos han enviado sucesivamente más de 3.700 cuadros profesionales en cinco grupos al Tíbet. Sólo en 2008, los cuadros del quinto grupo enviados desde Beijing, Shanghai, Shandong y otros sitios sumaron más de 850 personas, quienes van a trabajar tres años en las siete prefecturas y municipios, 74 distritos y los organismos bajo jurisdicción directa de la Región Autónoma del Tíbet.
Estos cuadros, mayoritariamente de edades entre 30 y 45, se han inscribido en esta acción de apoyo voluntariamente, y sus cónyuges tienen que asumir la pesada tarea de cuidar a los ancianos y niños en casa.
Xie Dan manifestó: “De verdad quiero dar las gracias a mis familiares”. Ahora, su hijo de tres años y medio ya reconoce todas las provincias en el mapa chino, y con frecuencia señala la Región Autónoma del Tíbet y dice: “Aquí está mi mamá”.