La historia de Shanghai no es larga, y todos aquéllos foráneos que han pasado por la ciudad han dejado su impronta. Este fenómeno ha dotado a la ciudad un atractivo eclecticismo que no se reduce a los pomposos adornos de los lujosos edificios de estilo occidental. Afortunadamente, en los alrededores aún podemos encontrarnos con muchos elementos inolvidables, entre los cuales destacan los balcones, vestigio de la presencia de los occidentales.

Los balcones constituyen uno de los elementos más característicos de la arquitectura europea y los chinos lo consideran un detalle romántico. A lo largo de la calle Fuxing de Shanghai es fácil ver balcones con rejas en forma de arco y cornisas de color amarrillo claro engalanadas con flores. Pero para los shanghaineses, un balcón no sirve sólo para una historia de amor, sino para funciones más prácticas. En esta parte de la ciudad constantemente amenazada por la expansión de los rascacielos, los shanghaineses siguen mostrando su vida cotidiana a través de los balcones.

Shanghai tiene un clima húmedo, por lo que en los días soleados los ciudadanos suelen colgar sus sábanas, edredones y vestidos en las terrazas para que se sequen al sol. Algunas ancianas sacuden los edredones desde el balcón azotándolos enérgicamente con un palo para quitarles el polvo, que se esfuma en el aire como si fuera un regalo al sol.

El carácter abierto de los shanghaineses salta a la vista desde los balcones, donde tienden todo tipo de prendas; algunos consideran este detalle poco adecuado para dar una buena imagen de la ciudad, pero en mi punto de vista, los que tienen tal opinión nunca han vivido en las casas de los shanghaineses común y corrientes. Los edredones y vestidos expuestos al sol son una forma que tienen los shanghaineses para comunicarse con el mundo exterior y expresar su cansancio y sus esperanzas sobre el futuro. Sin ellos, las casas antiguas perderían parte de su encanto original.

Los balcones y terrazas en las calles antiguas cuentan con un espacio relativamente grande y nos sólo se utiliza para tender la ropa, sino también como un ‘patio en el aire’. Los dueños de las casas pueden colocar muchas cosas en sus terrazas y balcones, tales como jarrones enormes para el agua, tallos de esponja vegetal y jaulas para pájaros y grillos. A veces los ancianos se sientan en las terrazas todo el día para disfrutar de su vida tranquila y libre hasta que se pone el sol. Por eso, digamos que la terraza es el jardín trasero de los shanghaineses y una herramienta para alejarse del mundanal ruido.