Por Manuel Pavón Belizón (SPANISH.CHINA.ORG.CN) - El miércoles 10 comparecieron ante la prensa algunos de los más altos responsables en materia medioambiental de China, quienes dieron cuenta ante los medios de las medidas adoptadas por China para la protección del medio ambiente y para luchar contra la contaminación y el cambio climático.
Durante la rueda de prensa, se hizo mención varias veces a la “responsabilidad histórica” de los países desarrollados, culpables del 80 por ciento de las emisiones desde el inicio de la Revolución Industrial, y a la condición de “víctimas” de los países en desarrollo.
Una vez más, sale a relucir uno de los problemas clave que impiden la llegada a un acuerdo vinculante y plausible entre los países: el problema climático sigue leyéndose en clave de lucha entre los países ricos y los menos favorecidos.
Es obvio que los países desarrollados son responsables de la situación dramática que vive el planeta actualmente, pero tampoco se puede llegar al punto, como hizo uno de los responsables gubernamentales durante la rueda de prensa, de calificar de ‘natural y lógico’ que un país contamine de forma masiva, como si destruir el medio natural en nombre del desarrollo fuera un derecho inalienable.
La destrucción perpetrada por los países ricos no fue natural ni lógica: fue un error monumental, derivado de la ignorancia y la falta de conciencia sobre las consecuencias del desarrollismo rampante. En este sentido, deberíamos haber aprendido la lección. Los errores son experiencias que nos permiten hacer las cosas mejor. Repetir errores no es un derecho ni es natural ni lógico, como sugería el funcionario. Menos aún cuando estamos hablando de cometer errores que, una vez cometidos, no tienen vuelta atrás. El daño ya está hecho y se trata de no agravarlo más.
China, en este momento de su desarrollo, debe ser consciente de ello. No se trata de que renuncie al desarrollo y la mejora de la vida de sus ciudadanos (esto sí, un derecho), sino de aprender de los errores que otros cometieron para hacer las cosas mejor. Si China es capaz de redirigir su modelo de desarrollo hacia una forma más sostenible y respetuosa con el medio ambiente, no sólo conseguirá su objetivo de alcanzar una sociedad económicamente próspera, sino que también se convertirá en un referente positivo y un modelo a seguir.
