Por Jorge Fernández Montes
La traducción que Dong Yansheng ha hecho de Don Quijote revela despiadadamente la realidad de un arte efímero, rehén de los cambios lingüísticos y de los vaivenes de la modernidad. La perennidad de una obra literaria en otro idioma, asegura, yace en las aportaciones de genios venideros en el arte de la traducción. ¡No te hagas ilusiones, ningún traductor es definitivo!. Dong Yansheng se declara un traidor de las palabras, pero no por ello se despoja de la armadura, esa que le ha dado la vocación, y dibuja fielmente en ideogramas chinos el humor y los juegos de palabras en la obra de Cervantes. Inquisidor de los falsos profetas, Dong Yansheng habla del Quijote y del arte de la traducción.