Todos los viajeros que han estado en Macao tienen una profunda impresión sobre la sencillez de sus habitantes. Un amigo mío me dijo que cada vez que viaja a Macao, tiene la sensación de estar en su propia casa. Pensé que exageraba, hasta que vi la amable sonrisa con que los habitantes de la región reciben a los desconocidos.

Al pasear por la calle, vi que los lugareños llevaban un gesto tranquilo y hacían todo sin prisa, como si la agitación del mundo no tuviera nada que ver con ellos. La vida fácil, las excelentes garantías sociales y el carácter tranquilo heredado de los portugueses han creado una forma de vida cómoda y única en Macao. Se cree que a todos les surge la idea de retirarse del mundo y volver a la naturaleza cuando se paran ante una iglesia pequeña adornada con flores, cuando disfrutan de la luz del sol al mediodía, cuando toman copas contemplando la lluvia, cuando escuchan las olas del mar bajo la luna brillante…

A decir sinceramente, la mayoría de las personas con quienes me encontré no son habitantes “nativos” de Macao. En una región tan pequeña se reúnen poblaciones de todos los países del mundo. Pero esto no afecta nada al ambiente armonioso. Macao deja una impresión como si todos los que residen allí pertenecieran a esa tierra.

En su pequeña tienda, parece que la vida tranquila del anciano y el periódico lleno de noticias tumultuosas no pertenecieran al mismo mundo.