Cuando te pierdes por las calles antiguas de Macao, es muy posible que te encuentres con cosas misteriosas que en otros lugares ya desaparecieron desde hace mucho tiempo. La modernidad y el desarrollo no han destruido por completo la vida tradicional de los habitantes de la región, lugar donde se conserva aún la sencillez y la tranquilidad del pasado, como si el tiempo desacelerase sus pasos en este rincón del mundo.
Por la mañana, en la puerta trasera de una iglesia.
En una calle tranquila y elegante, en cada farola se cuelgan dos cestas de flores de color rosa-púrpura, las cuales florecen tranquilamente en el aire húmedo.
De lejos vienen dos hombres, uno acarrea un cubo de agua, mientras que el otro riega las flores con una cuchara larga. Dicen que cada día estas dos personas irrigan más de 800 cestas de flores cada mañana.