En la primavera de 1921, el Partido Comunista de China era tan solo una idea en la mente de un grupo de revolucionarios liderados por Chen Duxiu. Hoy, sus miembros se cuentan en más de 78 millones de personas. Estos suman más que los miembros de todos los partidos comunistas y socialdemócratas del mundo juntos en el momento en que ambos eran más populares. Durante los últimos 30 años, el CPC ha supervisado el crecimiento económico más rápido conocido en la historia, así como la ascensión de China a primera potencia del mundo en la próxima década, lo que tendrá profundas consecuencias para toda la humanidad.
Cuando Marx escribió el "Manifiesto Comunista" la clase trabajadora inglesa era de sólo 2 millones de personas. Hoy, la clase urbana trabajadora china supera con creces los 450 millones. China tiene más trabajadores que los Estados Unidos y Europa combinados. No hay ningún país mejor situado para negar o validar la predicción de Marx de que el creciente poder de la clase trabajadora llevará a una rica sociedad comunista.
La creación del proletariado más extenso del mundo es un gran logro del CPC. Esta clase trabajadora no es una construcción ideológica, ni tampoco un proletariado definido por su "rojez" o por sus citas a Mao Zedong, sino una forjada a partir del desarrollo planificado de los medios de producción; una clase trabajadora real, industriosa, educada y culta, cuyo hogar se encuentra en las ciudades modernas, cuyos medios de comunicación son los teléfonos móviles e Internet, y cuya visión del mundo es científica y universal.
El CPC gobierna una economía que en la que los principales bancos y mayores industrias pertenecen y por tanto están controladas por el estado. Es en esta base material de la propiedad pública, enfatizada en la Constitución, en la que se apoyan el partido y el estado. Esto ha facilitado la guía macroeconómica de la economía y permitido a China evitar el colapso de los mercados de exportación que se contrajeron en la gran recesión económica de 2007-2009.
La economía planificada China no se mueve por las mismas leyes que las de los estados capitalistas. A pesar de los bajos márgenes de beneficio de las compañías estatales chinas, estas continúan haciendo grandes inversiones en el futuro del país en su conjunto a medio y largo plazo. Por ejemplo, China gastará 67 veces más en viviendas de bajo coste este año de lo que India planea gastar en los próximos cinco años.
Marx creía que la clase trabajadora podría controlar la sociedad en los países capitalistas avanzados, y que la industria moderna produciría rápidamente abundancia, seguida de un cambio revolucionario. Sin embargo, las revoluciones que Marx previó han tenido lugar en países sin economías muy desarrolladas.
Vladimir Lenin y Leon Trotsky, los líderes de la Revolución Rusa, también creyeron que su revolución se extendería al mundo capitalista más desarrollado. Entonces, la clase trabajadora educada y culta de la Europa occidental ayudaría a la USSR en la creación de un plan común de desarrollo y progreso. Los comunistas rusos creyeron originalmente que sin la ayuda de una revolución mundial de este tipo, la restauración del capitalismo sería inevitable.
Cuando la guerra civil rusa acabó en 1921, el problema del desarrollo de la economía soviética era muy serio. Los campesinos no podían ser simplemente forzados a dar sus excedentes de producción a las ciudades de forma indefinida, pero la industrialización requería de la acumulación de capital para inversiones. Una concesión a los campesinos fue la creación e la Nueva Política Económica, lo que revigorizó la economía rusa de 1921 a 1928 pero también creó fuerzas sociales opuestas a la revolución socialista.