Chengdu, la vieja entrada al tramo sur del Camino de la Seda, ha sido un imán para visitantes que gustan de sus platos. Deléitate con las cenas de la Casa de Té Shunxing. Mike Peters / China Daily

Cuando preparaba mi visita a Chengdu, mis amigos extranjeros me preguntaron si iría a ver a los pandas. (Sí.) Mis amigos chinos me preguntaron si comería la especialidad local: cabeza de conejo.(Bueno…No sé, quizás. ¿Pero en las Pascuas?)

El restaurante de cabeza de conejo que ofrece el sabor más auténtico, según los informes, es el “Cabeza de Conejo de la Anciana de Shuangliu”, ubicado cerca de la Vieja Estación de Shuangliu. Los residentes aseguran que vendía platos de caldero hirviendo en su tienda, en donde ahora se encuentra el aeropuerto, pero que en la parte posterior preparaba cabezas de conejo para su hijo, quien aparentemente aderezaba el plato con una salsa casera que comía desde niño. Los comensales del caldero hirviendo “quedaron deleitados por el sabor del conejo cuando lo probaron” y el resto es simplemente historia, o por lo menos esa es su historia.

¿Qué tan popular es comer cabezas de conejo en esta zona? Las granjas locales apenas se dan abasto para la demanda, y ahora los conejos deben ser importados desde Francia para su crianza, según informó recientemente el Wall Street Journal.

De hecho sí comí cabeza de conejo mientras paseaba por la Calle Jinli, también conocida como la calle de los bocadillos de Chengdu. Como bien te imaginas, ir a comer a estos sitios tiene su chiste, ya que requieres de la misma paciencia y perseverancia que necesitas para comer langosta o cangrejo.

Cocinar estos manjares del tamaño de un huevo también tiene su arte. Primero, las cabezas de conejo deben haber sido escaldadas con agua caliente, y posteriormente remojadas en una mezcla de sal, vino de arroz y jengibre durante 12 horas. Posteriormente viene el estofado y el marinado con diferentes ingredientes dependiendo del cocinero: canela, hinojo y guindillas.

Entre las delicias, me dicen unos chinos parados frente a un pabellón, están las mejillas, la lengua y los sesos. Para echar manos a la obra, abre la mandíbula y separa la cabeza en dos partes. Las mejillas fueron lo más sencillo (para ver y degustar), y al igual que la lengua, estos bocaditos son deliciosos. Me acobardé con el tema de los sesos, pero una chica alemana de mi grupo verbalizó la experiencia con un “excelente” y como bien se pueden imaginar, “sabe a carne de pollo”.