Por Nuria Cimini
Se acerca el puente del 1 de mayo, y con él, como cada año, los festivales musicales al aire libre que cada vez más, desde que el rock se popularizó en Beijing hace ya algunos años, hacen las delicias de los jóvenes de la capital, y de los que cada vez más llegan a ella desde otras partes de China para asistir a tan esperados eventos.
Del 1 al 4 de mayo, los amantes del hardcore, el punk y la música folk podrán disfrutar una vez más de las actuaciones de bandas nacionales como Shan Ren, Second Hand Rose, Noname o Wang Juan en los cuatro escenarios del Midi Festival, que como cada año organiza la Escuela de Música Midi de Beijing en el parque de Haidian. El festival, que está considerado como el mayor y más veterano de los festivales de rock del país (empezó a celebrarse en 1997 y en su edición de 2006 tuvo unos 60 mil visitantes), ha contado en ediciones anteriores con bandas extranjeras de la talla de Eurythmics, The Wombats o Soundtrack of Our Lives. Sin embargo, los rumores sobre la caída del cartel de la mítica banda inglesa de punk Sham 69 parecen confirmar que este año la organización volverá a tener problemas con las actuaciones de artistas extranjeros en el festival, como ya ocurrió el año pasado con los también ingleses The Buzzcocks. En cualquier caso, es seguro que nadie faltará a la cita para comprobarlo.
Por otro lado, del 1 al 3 de mayo, los que prefieren sumergirse en los sonidos más alternativos de las bandas independientes del panorama musical chino pueden hacerlo en la segunda edición del otro gran evento musical del fin de semana, el festival Caomei (fresa, en chino), auspiciado por el sello pekinés Modern Sky. El hermano pequeño del Modern Sky Festival se celebrará una vez más en el parque del Canal de Tongzhou, localidad de los suburbios de Pekín que se ha convertido en hogar y punto de reunión de muchas de las bandas de rock patrio, y tendrá este año sobre sus seis escenarios a bandas nacionales como New Pants, Carsick Cars y Queen Sea Big Shark, y a internacionales como los americanos Xiu Xiu y Radio 4, los ingleses Does It Offend ou, yeah?, o los holandeses Monokino.
Además, varias de estas bandas, tanto nacionales como internacionales, tienen previsto realizar actuaciones por su cuenta en muchas de las salas de conciertos de la capital, como Yugongyishan o D-22. Esta última, haciendo coincidir su fiesta de aniversario con el puente de mayo, organiza cada año un mini festival paralelo en el que, también durante tres días, se pueden ver por la noche de forma mucho más apretada e intensa los conciertos que ya se han visto al aire libre durante el día.
Sin embargo, a pesar del creciente número de visitantes, grupos y escenarios, que indican que los festivales se están sin duda convirtiendo en eventos cada vez más lucrativos para sus organizadores, la ausencia en sus escenarios de bandas extranjeras de cierta importancia o de grupos noveles de otros países que indiquen cierto amor por la “exploración” musical a mejores precios, hace pensar inevitablemente en una cierta dejadez que está llevando a que los festivales sean cada vez más anodinos. Así, aunque los precios han aumentado significativamente respecto a años anteriores, en general, los organizadores tiran de lo bueno y de lo malo que hay por casa y arriesgan más bien poco, demostrando una ausencia de apuesta y proyecto musical preocupante.
Atrás quedan las mucho más cuidadas ediciones del ya desaparecido Beijing Pop Festival, que entre 2005 y 2007 hizo las delicias de los que no se creían que auténticas leyendas de la música como Marky Ramone, Placebo, Public Enemy, Bret Anderson o los mismísimos New York Dolls pudieran pisar alguna vez los escenarios de China. Y ni siquiera la solitaria actuación en 2007 como cabeza de cartel de los Yeah Yeah Yeahs en el festival que le tomó el relevo, el Modern Sky Festival, pudo hacer mucho para mejorar el panorama.
Si esto se debe o no a los frecuentes aplazamientos y cancelaciones de último momento por parte del gobierno en los dos últimos años es algo discutible. Es cierto que en 2008, el Midi Festival tuvo que ser pospuesto hasta el mes de octubre para evitar posibles incidentes antes de los Juegos Olímpicos, mientras que la deslucida edición del Modern Sky de 2009 se debió principalmente a la prohibición de que tocaran bandas extranjeras y las fuertes medidas de seguridad durante los conciertos y la curiosa prohibición de vender alcohol a los participantes motivadas por la cercanía del 60 aniversario de la fundación de la R.P. China. Pero lo curioso es que, en otros aspectos, los festivales parecen seguir disfrutando de excelente salud.
Personalmente, sin embargo, tengo la impresión de que los responsables de los festivales se han percatado de que éstos se han convertido en la nueva moda y lo están aprovechando. Muchos jóvenes demasiado tiernos en cuestiones musicales, sin tener mucha idea de qué es exactamente lo que están escuchando, acuden en tromba a dejarse ver entre los escenarios independientemente de quién esté subido a ellos, haciendo del fenómeno de los festivales una cuestión mucho más social que musical. Esto, sin ser exclusivo de China, se me antoja aquí sin embargo especialmente acusado, quizá debido a que la música en China, como todo lo demás, se desarrolla a una velocidad de vértigo, y procesos que en otros lugares han llevado una década se concentran aquí en apenas tres o cuatro años.
A pesar de todo, el panorama musical chino no es en absoluto pesimista. Este aprender a marchas forzadas, esta avalancha de información que les ha caído encima a los jóvenes chinos, ha encontrado y seguirá encontrado en su camino personas con las orejas bien abiertas y el talento necesario para atraer sorprendentemente las miradas del mundo cada vez más hacia un lugar al que hasta hace poco nadie esperaba tener que mirar. Y es que China, afortunadamente, produce de todo.
http://www.beijingpopfestival.com/eNnewsview.asp¡