El gobierno de China en ningún momento ha emitido órdenes para restringir la participación de monjes tibetanos en las operaciones de rescate posteriores al terremoto del pasado 14 de abril en la provincia noroccidental de Qinghai ni les ha pedido abandonar la zona afectada, dijo un funcionario de las autoridades locales.
"No hemos recibido ni emitido órdenes de ese tipo. De hecho, estamos muy agradecidos por la ayuda prestada por los monjes en las labores posteriores al sismo", dijo el jueves Wang Yuhu, gobernador de la prefectura autónoma tibetana de Yushu, epicentro del movimiento telúrico.
Los comentarios de Wang se producen en respuesta a reportes de prensa en el sentido de que el gobierno habría ordenado prohibir la participación de los religiosos en los trabajos de rescate y expulsarlos de la zona.
Todos los chinos están unidos en las labores de rescate, sin importar su religión, etnia o lugar de procedencia, añadió Wang.
Gyangkar, un buda viviente que se desempeña como director del templo de Dargye, lideró un grupo de 83 monjes en un recorrido de 150 kilómetros hasta el poblado de Gyegu, el más duramente azotado por el temblor, justo después del desastre natural.
En los tres días siguientes a la tragedia rescatamos a 26 personas de entre los escombros y recuperamos 38 cadáveres", aseguró Gyangkar.
De acuerdo con las creencias budistas, el alma permanece junto al cuerpo de un difunto durante los tres días siguientes a la muerte. Luego de ese lapso no se pueden realizar los rituales para liberar el alma, explicó.
"Por eso, el 17 de abril nos regresamos al templo trayendo los cuerpos con nosotros para liberar sus almas", añadió el religioso.
"El gobierno no nos obstaculizó, por el contrario nos animó. Monjes, habitantes locales, e incluso gente de otras partes de China nos unimos a los rescatistas para buscar sobrevivientes y distribuir materiales de ayuda humanitaria", continuó.
Gyangkar aseguró nunca haber escuchado de restricciones para que los monjes tomaran parte en las labores de auxilio o para que entraran a la zona.
Otro buda viviente, Tsenzho Samding, director del templo de Nyidzong, ubicado en el distrito de Chengduo, en Yushu, comandó un grupo de 90 monjes para rescatar sobrevivientes en la aldea Xihang.
"Siguiendo las reglas de nuestros rituales religiosos, cremamos los cadáveres de 36 personas, y entonamos los cantos para liberar sus almas del purgatorio", relató.
Un día después del sismo, monjes de la provincia de Sichuan y de la región autónoma del Tíbet, ambas vecinas de Qinghai, también se hicieron presentes en Yushu para apoyar los trabajos de emergencia. "Ahora, la mayoría ya ha regresado a sus templos para realizar ritos y cantar plegarias, como nosotros", agregó. "Nosotros venimos cuando nos necesitan, y partimos cuando ya hemos cumplido con nuestra misión. Es una regla de nuestra religión", explicó Tsenzho Samding.
Los monjes budistas se desplazaron hasta la prefectura movidos por su interés y voluntad de ayudar a la gente. Es natural que una vez han cumplido con su parte del trabajo retornen a casa", señaló el gobernador de Yushu, y agregó que la administración "los respeta por la labor que han cumplido".
A su vez, Dampa Rinchen, un monje de edad avanzada, dijo que los monjes que llegaron a la región provenientes de otras partes ayudaron brindando apoyo espiritual a los damnificados.
El temblor dañó seriamente el templo local de Gyegu, y causó la muerte de ocho monjes y dejó otros 22 heridos.
"Ya empezamos a trabajar en su reconstrucción y restauración. Una vez hayamos terminado, (la instalación) brindará albergue para niños que quedaron huérfanos como consecuencia del sismo, y será además un centro de ayuda para las personas de la tercera edad que perdieron sus familias en la tragedia", reveló.
Yushu es una de las diez prefecturas autónomas de la etnia tibetana en China y más del 90 por ciento de sus 350.000 habitantes son de esa etnia y creen y practican el budismo tibetano.
El terremoto, de 7,1 grados en la escala de Richter, que sacudió la región a las 7:49 horas del 14 de abril, ha cobrado la vida de 2.187 personas, además de dejar heridas a otras 12.135, de las cuales 1.434 se encuentran en estado grave, mientras que otras 80 permanecen desaparecidas. Además, el temblor destruyó el 85 por ciento de las viviendas locales. Fin