Por Nuria Cimini
Cuando el pasado año Brasil, Rusia, la India y China celebraron en la ciudad de Ekaterimburgo la primera cumbre de países emergentes, lo hicieron fundamentalmente como respuesta a la situación de crisis económica internacional que había provocado el desastre financiero originado en Estados Unidos. En aquel momento, el presidente brasileño, Lula da Silva, consideró apropiado que algunas de las potencias que como consecuencia de la dependencia monetaria internacional del dólar estadounidense habían visto afectadas seriamente sus prósperas economías se reunieran para discutir nuevas maneras de enfocar el comercio internacional, fundamentalmente mediante la construcción de un modelo financiero alternativo al existente en la actualidad.
El planteamiento fue, de alguna manera, revelador para aquellas potencias que debido al acelerado crecimiento económico que habían venido experimentando en los últimos años buscaban consolidar su posición de fuerza en el ámbito internacional. ¿Por qué cuatro economías sólidas y con altos índices de crecimiento como Brasil, Rusia, la India y China necesitan seguir realizando sus transacciones comerciales en una moneda que no es la propia de ninguno de estos países? A pesar de que Estados Unidos sigue siendo el principal agente económico mundial, la propuesta de Lula dejaba ya entonces el regusto del final de la supremacía económica estadounidense.
Lo cierto es que lo que potencialmente el BRIC ofrece a sus integrantes es tentador, y esta nueva alianza de potencias emergentes podría ser el empuje definitivo que necesitan cada uno de estos países para la culminación de sus ambiciosos planes de futuro. China, dispuesta a convertirse en sucesora de Estados Unidos como primera potencia mundial. Rusia, recuperando fuerza en su antigua zona de influencia y posicionándose como potencia de primer orden gracias a sus recursos energéticos y su industria armamentística. La India, que se ha convertido gracias al desarrollo de las industrias de tecnología punta y farmacéutica en una de las potencias más influyentes de Asia. Y Brasil, por último, que se ha erigido como país pionero en áreas clave y ha asumido claramente el liderazgo de una América latina que cada vez juega en condiciones de mayor igualdad en el mercado internacional.
A remolque de esta primera idea, la cooperación entre las cuatro potencias ha permitido vislumbrar el surgimiento de un poderosísimo grupo de presión en las negociaciones internacionales, capaz de ejercer su influencia en los temas más diversos, desde el medio ambiente al tema nuclear. Y es que un año después de esa primera reunión, lo cierto es que el peso del BRIC se ha dejado notar en numerosos asuntos de relevancia internacional, contrariamente a lo que auguraban aquellos que creyeron que las diferencias existentes entre los cuatro países abocarían esta alianza al fracaso.
Lo cierto es, también, que una vez superada la crisis económica los países del BRIC se han vuelto a reafirmar en su intención de suprimir el dólar como moneda de cambio en sus intercambios comerciales, sustituyéndolo por monedas locales, y continúan exigiendo la reforma de los sistemas de voto en los organismos financieros para conceder más peso a los países emergentes. En este sentido, la asistencia a la cumbre de los representantes de los bancos centrales de cada uno de los países participantes para tratar cuestiones técnicas relativas a este proceso es una prueba de que esa voluntad de cambio es real, como lo es el hecho de que a lo largo de este último año se han venido realizando, entre China y Brasil, por ejemplo, pruebas piloto de intercambios comerciales en moneda local, para las cuales se han seleccionado una serie de ciudades en las cuales las empresas locales pueden escoger si desean hacer sus intercambios en moneda autóctona o en dólares, al parecer con aparente éxito.
Por eso, a pesar de que en ocasiones los diferentes intereses de cada uno de estos países han llevado a la confrontación entre ellos, es probable que todos se lo piensen dos veces antes de romper tan fructífera alianza, que se perfila cada vez más como la llave con la que cada uno podría llegar a abrir su propia puerta al liderazgo mundial.
Cuatro son los temas principales que componían la agenda de la II Cumbre del BRIC que se celebró ayer en Brasilia: el papel del dólar como moneda internacional, la reforma de la ONU como sistema de seguridad mundial, nuevas maneras de enfocar el comercio internacional y la cuestión nuclear.
