Li Chuanfu quiere reconstruir la extensa hacienda que se desplomó durante el terremoto del pasado 12 de mayo de 2008, pero la diferencia entre los costes de construcción y las subvenciones disponibles resulta insalvable.
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El 9 de mayo, Li Chuanfu se encontraba en las ruinas de la finca que fue devastada por el terremoto de Sichuan el 12 de mayo de 2008. Al fondo se divisa la tienda de campaña donde el Sr. Li y su familia vivieron tres meses tras el terremoto[John Sexton/China.org.cn]. |
Li Chuanfu posee la típica expresión facial que convierte a determinadas personas en estrellas de series de televisión. La palabra “jovial” parece haber sido inventada para él. Cuando llegamos al campamento provisional para aquellos que habían perdido sus hogares en el terremoto entre Mianzhu y Hanwang, estaba sentado en una pequeña tienda-café rodeado de amigos. Le animaron para que nos concediese una entrevista, aunque no necesitaron persuadirle demasiado. En el seno de una comunidad que nos brindó una calidad bienvenida, él estaba entre los más queridos.
Li vive junto con cuarenta mil personas más, que también se quedaron sin hogar a causa del terremoto del 12 de mayo, en un extenso campamento de casas prefabricadas de color blanco y gris que se deslizan a lo largo de los inclinados campos, siguiendo una estrecha carretera rural. Las hileras de adosados de PVC están divididas por sucias calles que se revuelven en un húmedo ambiente. Por doquier se divisan techos rojos salpicados de hileras de antenas parabólicas. Afuera coches y camiones aparcados; los más comunes son los moto-taxis al estilo tuk-tuk con los que muchos se mueven hacia ciudades vecinas.
Aunque las viviendas temporales son adecuadas en tanto proveen abrigo y calor (probablemente excesivo en verano y escaso en invierno), el principal problema radica en que 20 metros cuadrados resultan insuficientes para muchas familias.
“Existe una gran diferencia entre nuestra vieja casa y ésta” añade Li Chuanfu. "Solíamos disfrutar de 200 metros cuadrados. Aquí nos sentimos como en una lata de sardinas".
Li vive con su mujer, su nuera, sus nietos gemelos y su hijo cuando está en casa de permiso del ejército. Esta familia de seis miembros tiene derecho a dos habitaciones de 20 metros cuadrados. Li afirma que las condiciones son bastante buenas. El alcantarillado funciona bien y tienen acceso a limpia agua potable proveniente de las tuberías de cada bloque. La gente vive sin tener que pagar alquiler, comentó Li. El agua y la electricidad también son gratuitas. En el campamento disponemos de escuelas e incluso de un centro de adultos que ofrece formación técnica y vocacional. Li, de 55 años, era granjero antes del terremoto. Ahora trabaja como carnicero vendiendo cerdo, pero se queja de no tener un lugar donde establecer su negocio en el campamento.