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Grandes ciudades, luces brillantes Exclusiva
Agregar a favoritos | Imprimir | e-mail | Corregir   10:10 06-05-2009 / spanish.china.org.cn
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APAGAR LAS LUCES: Estudiantes de una escuela del distrito de Hexi en Tianjin participan en el apagado mundial de luces de una hora de duración el pasado 27 de marzo.

El brillo de las luces eléctricas que domina las noches de ciudades siempre iluminadas ha sido considerado durante mucho tiempo un signo de prosperidad y modernidad. Y cuando la oscuridad cae sobre las ciudades chinas, una miríada de sistemas de iluminación se pone en funcionamiento. Algunos encajados en las paredes de los edificios, otros irradiando brillantes anuncios de neón, y otros iluminan el camino a las filas de vehículos o proceden de los propios vehículos.

Pero todo este resplandor tiene un precio. Más y más personas se están dando cuenta de que, cuando las ciudades se vuelven cada día más luminosas, es inevitable sacrificar las estrellas. No hace mucho tiempo atrás, las estrellas eran la mayor fuente de iluminación de las ciudades, pero ahora su brillo sutil está perdiéndose al tener que competir con el poder de la energía eléctrica.

Las sociedades modernas deben vérselas con la contaminación derivada de los procesos de industrialización en cinco frentes principales, esto es, la luz, el agua, el aire, el ruido y los residuos sólidos.

La interferencia de la luz que generan las ciudades ha causado graves perjuicios a la observación astronómica. Desde algunas ciudades de gran tamaño que padecen niveles de contaminación lumínica muy agudos, tan sólo alrededor de 25 estrellas resultan visibles. A pesar de que tecnología como la de los telescopios se ha perfeccionado con el tiempo y, hasta cierto punto, es capaz de contrarrestar estas interferencias, la mayoría de los observatorios del mundo construidos cerca de las ciudades han reducido sus operaciones o han sido trasladados a lugares más remotos.

Hace más de 60 años, algunos astrónomos, tanto profesionales como amateurs, empezaron su campaña contra la contaminación lumínica con el fin de proteger los observatorios astronómicos. Ahora, en 2009, que ha sido escogido Año Internacional de la Astronomía por la Unión Internacional de Astronomía y la UNESCO, los científicos tienen la oportunidad de intentar convencer a la gente de todo el mundo de que una noche oscura es un recurso precioso. Para ello, se ha diseñado un plan que pretende que todo el mundo apague las luces de 8:30 a 9:30, durante una hora, los días 28 de marzo, 21 de junio y 22 de agosto.

Pero los científicos dicen que este tipo de contaminación es más que un inconveniente para la observación astrológica. También creen que puede tener un sutil impacto en la cultura.

Con la falta de conexión visual con el cielo estrellado, la gente pierde la perspectiva de la vastedad del universo y de su lugar en él. Esto está cambiando la forma de entender la naturaleza de los niños. “Un niño me dijo una vez que estaba realmente sorprendido de que la galaxia realmente existiera”, dice Jiang Xiaojun, el jefe de ingenieros del Observatorio Xinglong, el Observatorio Astronómico Nacional de China.

Bian Yulin, astrónomo y divulgador científico, por su parte, cree que el haberse quedado embobado mirando a las estrellas como un niño ha encaminado su carrera. Según el experto, “proteger la pureza del cielo nocturno es fundamental no sólo para la investigación científica, sino también para cultivar la curiosidad de la gente, lo que es fundamental”.

Otra consecuencia de la iluminación excesiva de las grandes ciudades es por supuesto económica. Los datos de la Asociación Internacional por un Cielo Negro muestran que el coste global de mantener luces superfluas supone un gasto de cientos de millones de dólares anuales. Cuando la noche cae, la “niebla nocturna” que se forma por el exceso de iluminación que emana del nivel del suelo persiste largo tiempo sobre muchas ciudades.

Xiao Huiqian, ingeniero jefe de la Academia China de Investigación para la Construcción, llevó a cabo un estudio en Beijing, Shanghai y Guangzhou, hallando que sólo el cinco por ciento de la luz de las farolas que hay en las calles llega al nivel del suelo, mientras que el otro 95 por ciento se malgasta. Cuando se contabiliza además el suministro de electricidad, el auténtico alcance del gasto presenta el hecho desde un enfoque más dramático, al comprobar que dos tercios de la energía que se necesita para iluminar China proviene de la energía térmica, siendo tres cuartas partes de la energía generada obtenidas mediante la combustión del carbón, que es en sí misma un proceso ineficiente. La luz que se desperdicia debe ser vista también, entonces, como un desperdicio de valiosos y limitados recursos y una importante fuente de polución.

Esta luz artificial también se filtra a través de las ventanas de casas y oficinas al sobrecargado ambiente exterior. Incluso si la población ha crecido acostumbrada a la luz artificial, esta no por ello deja de causar daños a otros animales, produciéndoles incluso la muerte. En palabras de Yang Gongxia, un experimentado consultor de la Sociedad de Ingeniería de Alumbrado de China, que ha colaborado con numerosos proyectos de alumbrado y planificación paisajística, “el daño invisible que provoca afecta también a las flores y las hojas de las plantas, y puede también provocar el deterioro de los edificios antiguos de la ciudad”.

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