Un equipo internacional de científicos afirmó el pasado jueves que el esqueleto de un homínido de hace más de 4,4 millones de años revela que los humanos no evolucionaron de ancestros primates.

Las conclusiones se han extraído tras 17 años de estudio de los frágiles restos de un simio hallados en la región etíope de Afar y serán publicadas en una edición especial de la revista Science.

El fósil, bautizado como “Ardi”, es el esqueleto más antiguo hallado hasta ahora de la rama homínida de la familia de los primates. La rama incluye al Homo Sapiens, así como a otras especies más próximas a los humanos que los chimpancés y los bonobos. Los descubrimientos proporcionan nuevas ideas sobre cómo los homínidos (la familia de los ‘Grandes Simios’ que incluye a humanos, chimpancés, gorilas y orangutanes) pudieron surgir de los simios ancestrales.

Hasta el hallazgo de Ardi, el estadio más antiguo conocido de la evolución humana era el Australopithecus, con una capacidad craneal reducida, completamente bípedo, que vivió entre hace 4 y un millón de años. El fósil más famoso de Australopithecus es Lucy, de 3,2 millones de años, llamada así por una canción de los Beatles. Lucy fue encontrada en 1974 unas 45 millas al norte de donde ha sido hallado Ardi.

El esqueleto de Ardi y los restos de Ardipithecus ramidus relacionados, son más antiguos y más primitivos que el Australopithecus.

Tras el descubrimiento de Lucy, la principal expectación estaba en saber cuándo se hallaría un nuevo tipo de homínido más antiguo cuya anatomía convergiera más con la de los chimpancés, de acuerdo con la proximidad genética entre éstos y los humanos. Sin embargo, los restos de Ardipithecus ramidus hallados no cumplen estas expectativas.

Los restos de Ardi nos permiten saber su altura, su peso y que caminaba sobre dos piernas por el suelo, aunque podía trepar a los árboles y pasaba tiempo en ellos; además, era probablemente omnívoro. Lo sorprendente es que las proporciones de las extremidades de Ardi y sus congéneres no se parecen a las de chimpancés o gorilas, sino más bien a las de simios ya extintos o incluso monos. Además, sus manos no se asemejan tampoco a las de los chimpancés o gorilas, sino a simios extintos más primitivos.

Según los científicos, los hallazgos afirman que los homínidos y los simios africanos siguieron diferentes caminos evolutivos y que no podemos considerar a los chimpancés como próximos a nuestro último antepasado común. La única forma de despejar la incógnita es encontrar los restos de ese último ancestro común entre homínidos y simios antes de que sus líneas evolutivas divergieran de forma independiente.