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spanish.china.org.cn | 05. 03. 2014 | Editor: Eva Yu | [A A A] |
Las banderas rojas fuera del Gran Salón del Pueblo de China
El 60 aniversario de los trabajos de la Asamblea Popular Nacional están marcados por el optimismo y por el desasosiego frente a los retos y dificultades a los que se enfrentará un nuevo proceso reformador. Occidente presta especial atención a China, toda vez que la repetición del éxito de las reformas impulsadas por Deng Xiaoping, podrían catapultar al gigante asiático a un nuevo nivel, abriendo un nuevo capítulo en el ascenso de los estados y en la historia de la conformación del orden internacional. Igual atención prestan los países en vías de desarrollo. La profundización de la reforma en China y la convicción de ofrecer a las fuerzas del mercado un mayor protagonismo, ofrece a estas naciones un nuevo modelo y les exige nuevas pautas y estrategias para relacionarse y estrechar sus lazos político-económicos con un estado que se perfile como potencia en ascenso.
Basta decir que si el 60 aniversario de la Asamblea Popular Nacional es un hito que podría marcar un nuevo rumbo para la República Popular China, también es un momento de reflexión en torno a los errores y deficiencias de aquellas instituciones del sistema político que pese a las fallas han sacado adelante a la nación china. Al igual que China demanda un entorno de desaceleración económica en donde impere la sobriedad a fin de impulsar una nueva estructura económica, de igual forma el nuevo proceso reformador demanda ajustes políticos que refuercen y consoliden los proyectos que ahora se plantean en materia económica. La Asamblea Popular Nacional bien puede ser el organismo experimental en el que inicie y se acelere la tan prorrogada reforma política de China.