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spanish.china.org.cn | 05. 03. 2014 | Editor: Eva Yu | [A A A] |
El 5 de marzo, la inauguración de la II Sesión de la XII Asamble Popular Nacional en el Gran Salón del Pueblo de China
El pueblo chino experimentó a lo largo del año pasado una cercanía con la dirigencia china, con su presidente, quien entre sus esfuerzos para acallar las zozobras desplegó acciones ampliamente celebradas: La austeridad en los gastos de la clase gobernante y una guerra sin cuartel contra la corrupción. Nunca en los años de apertura se habían tratado tan escrupulosamente estos dos temas, generando una reacción dual de aquiescencia y conmoción. Las largas filas de funcionarios procesados por abusos y despilfarro han dejado a los chinos satisfechos y enfurecidos por igual.
Y bajo los principios de que el pueblo es el rector del estado y que el pueblo es lo principal, la Tercera Sesión Plenaria del XVIII Comité Central del Partido Comunista planteó a finales del año pasado un esquema de trabajo que gestionará las insatisfacciones y apuntará a satisfacer esos deseos hasta ahora reprimidos, convirtiéndolos en una realidad. O dicho de otra forma, un plan reformador que revigorice los éxitos alcanzados por China en 36 años de reforma y apertura al exterior. Si la reforma política de Deng Xiaoping sacó de la pobreza a millones de chinos, el proceso reformador de Xi Jinping podría colocar a China como una potencia en el siglo XXI.
A la Asamblea Popular Nacional corresponderá apuntalar un andamiaje legal que facilite la materialización de los sueños de una nación de mil 300 millones de habitantes. Deberá garantizar que la reestructuración de la economía marche cabalmente pese a los sacrificios, la ineludible oposición de sectores burocráticos y las implicaciones e insatisfacción social que el cambio pueda generar a corto y mediano plazo. Deberá ofrecer no sólo una ruta de acción para el trabajo de la dirigencia durante los próximos nueve años, tendrá que garantizar un entorno de estabilidad en el país tras los desequilibrios sociales que podrían suscitarse tras la rápida ejecución de una reforma económica en el país.