Durante siglos, las sociedades asiáticas y sus gobernantes han estado obsesionados con el bello brillo verde del jade.

La jadeíta, un mineral variedad del jade, encontrado principalmente en Birmania, hoy Myanmar, era muy popular en los tiempos de la dinastía Qing (1644-1911).

En la antigüedad, casi todos los hombres de las clases altas usaban joyas de jade. La piezas ornamentales hechas de jade han jugado un papel trascendental en la cultura china a través de los siglos.

La jadeíta, el miembro más valioso de la familia del jade, se popularizó en China poco después de que fuera traído desde Birmania. Gracias a sus cualidades físicas, esta variedad del jade, ha sido fervorosamente apreciada tanto artística como intelectualmente por los chinos. Desde aproximadamente tres mil años antes de nuestra era, el jade ya era reverenciado como una joya real en China. La creencia popular aseguraba que el jade tenía propiedades conservativas. Así, es posible encontrar piezas de jade en las tumbas de los emperadores de hace miles de años.

Asimismo, el jade era un símbolo de amor y virtud, así como también un símbolo de estatus.