Concepción, la ciudad más próxima al epicentro del fuerte terremoto ocurrido en la madrugada del sábado durmió ayer por segundo día con la imposición del toque de queda en medio de una tensa calma, tras los serios disturbios generados por la supuesta falta de agua y alimentos el lunes.
"Necesitamos agua, comida y pañales, lo hemos dicho en todos los tonos", dice un empleado del lugar, de nombre Luis, a Xinhua. Además de enfrentarse a este problema, la población de la ciudad, de casi 300 mil, tampoco cuenta con electricidad desde el sábado. Seis supermercados saqueados y al menos otros cuatro destruidos por las llamas fueron el saldo de la furia de algunos habitantes de la capital regional ante la falta de asistencia. Daniel, un joven voluntario proveniente de Santiago, comenta que "los incendios han disminuido a cero, ayer la verdad no teníamos ni agua ni personal para atender la serie de siniestros en el centro de la ciudad".
Una hilera de al menos varias docenas de camiones con agua y víveres llegaba ayer por la tarde a la ciudad para paliar las necesidades principales, mientras los presentadores de las radios locales insistían en sus llamados a la calma, al tiempo que no cesan de repetir los nombres de los desaparecidos, cuya búsqueda es más compleja debido a la falta de comunicación que afecta a la zona desde el terremoto.
Por otro lado, la presidenta Bachelet advertía ayer de que se aplicarán con todo el rigor las sanciones estipuladas a aquellos que protagonicen saqueos, y ha ordenado el despliegue de un impresionante dispositivo militar de casi 12.000 soldados en la zona para contener los disturbios y los actos vandálicos.
A parte de las informaciones sobre las medidas de control tomadas por el ejecutivo, también se ha dado a conocer una nueva cifra de fallecidos por el desastre, que había aumentado ayer a 795 según las autoridades.