La portavoz de la ONU para asistencia humanitaria, Elisabeth Byrs, comunicó ayer lunes al gobierno chileno que el organismo mundial está "listo para tomar acción" y que agilizará en lo posible la entrega de ayuda al país, tras recibir una solicitud oficial de asistencia internacional por parte del gobierno del país para superar la situación generada por el terremoto del sábado.
Las autoridades chilenas estuvieron en los primeros momentos muy ocupadas comprobando el grado de destrucción causado por el terremoto, así como evaluando las necesidades de los más de dos millones de damnificados, por lo que no formalizaron su petición hasta el lunes, dos días después del desastre. En cualquier caso, antes de la solicitud de Santiago a la ONU, las organizaciones de ayuda internacionales habían enviado ya algunos fondos y expertos.
La Cruz Roja internacional donó también este lunes 280.000 dólares de sus propios fondos y enviará a expertos en asistencia para ayudar en la recuperación. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo también ayer que esperaba que el gobierno de Chile señalara hacia dónde deberían ir los grupos extranjeros de ayuda para enviarlos. Según la OMS, hay medio millón viviendas dañadas y los que corren más riesgos son los residentes indígenas.
Responsables de estas organizaciones indicaron que en Chile las tareas de recuperación son muy diferentes a las encaradas en Haití, pues es el gobierno chileno el que conduce las operaciones. Además, la naturaleza de las fallas y del epicentro, el respeto de las normas antisísmicas y la preparación de la población son algunas de las diferencias con que ambos países enfrentaron sus respectivas catástrofes.
Situado en una de las zonas de mayor actividad sísmica del planeta, con la convergencia de dos grandes placas tectónicas que provoca sismos de magnitud 8 cada diez años aproximadamente, Chile se encuentra mucho mejor preparado que la isla ante la eventualidad de un fenómeno telúrico. Haití sin embargo no había conocido un terremoto tan catastrófico en la región de Puerto Príncipe desde hacía 240 años.
Por estos motivos, aunque el terremoto de Chile fue mucho más fuerte (tuvo una magnitud de 8,8 y fue uno de los más potentes del siglo, frente a los 7,3 grados del que al que asoló Haití el 12 de enero) las consecuencias vividas en Haití fueron mucho más serias. En Haití, la nación más pobre de América Latina, el terremoto dejó unos 300.000 muertos, frente a los entre 700 y 800 cuantificados en Chile.
Por otro lado, según los expertos, geológicamente, ambos fenómenos no tienen relación, ya que las rupturas se produjeron en fallas distintas. En Haití, la poca profundidad del temblor, a unos 10 km en la corteza terrestre, multiplicó la violencia de las vibraciones y amplificó los daños en la superficie del suelo. En Chile, sin embargo, el sismo ocurrió a 35 km bajo el océano, lo que amortiguó el choque, a pesar de generar el riesgo de un tsunami.
Chile oficializa la petición de ayuda humanitaria ante la ONU
Resumen: Chile ha tardado dos días en formalizar su petición de ayuda ante la ONU para combatir los efectos del terremoto que sufrió el pasado sábado. A pesar de todo, varias organizaciones internacionales como Cruz Roja Internacional ya han hecho sus donaciones. Los responsables de dichas organizaciones comentan que las tareas de recuperación en Chile son muy diferentes a las encaradas en Haití, pues es el gobierno chileno el que conduce las operaciones.
La portavoz de la ONU para asistencia humanitaria, Elisabeth Byrs, comunicó ayer lunes al gobierno chileno que el organismo mundial está "listo para tomar acción" y que agilizará en lo posible la entrega de ayuda al país, tras recibir una solicitud oficial de asistencia internacional por parte del gobierno del país para superar la situación generada por el terremoto del sábado.
Las autoridades chilenas estuvieron en los primeros momentos muy ocupadas comprobando el grado de destrucción causado por el terremoto, así como evaluando las necesidades de los más de dos millones de damnificados, por lo que no formalizaron su petición hasta el lunes, dos días después del desastre. En cualquier caso, antes de la solicitud de Santiago a la ONU, las organizaciones de ayuda internacionales habían enviado ya algunos fondos y expertos.
La Cruz Roja internacional donó también este lunes 280.000 dólares de sus propios fondos y enviará a expertos en asistencia para ayudar en la recuperación. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo también ayer que esperaba que el gobierno de Chile señalara hacia dónde deberían ir los grupos extranjeros de ayuda para enviarlos. Según la OMS, hay medio millón viviendas dañadas y los que corren más riesgos son los residentes indígenas.
Responsables de estas organizaciones indicaron que en Chile las tareas de recuperación son muy diferentes a las encaradas en Haití, pues es el gobierno chileno el que conduce las operaciones. Además, la naturaleza de las fallas y del epicentro, el respeto de las normas antisísmicas y la preparación de la población son algunas de las diferencias con que ambos países enfrentaron sus respectivas catástrofes.
Situado en una de las zonas de mayor actividad sísmica del planeta, con la convergencia de dos grandes placas tectónicas que provoca sismos de magnitud 8 cada diez años aproximadamente, Chile se encuentra mucho mejor preparado que la isla ante la eventualidad de un fenómeno telúrico. Haití sin embargo no había conocido un terremoto tan catastrófico en la región de Puerto Príncipe desde hacía 240 años.
Por estos motivos, aunque el terremoto de Chile fue mucho más fuerte (tuvo una magnitud de 8,8 y fue uno de los más potentes del siglo, frente a los 7,3 grados del que al que asoló Haití el 12 de enero) las consecuencias vividas en Haití fueron mucho más serias. En Haití, la nación más pobre de América Latina, el terremoto dejó unos 300.000 muertos, frente a los entre 700 y 800 cuantificados en Chile.
Por otro lado, según los expertos, geológicamente, ambos fenómenos no tienen relación, ya que las rupturas se produjeron en fallas distintas. En Haití, la poca profundidad del temblor, a unos 10 km en la corteza terrestre, multiplicó la violencia de las vibraciones y amplificó los daños en la superficie del suelo. En Chile, sin embargo, el sismo ocurrió a 35 km bajo el océano, lo que amortiguó el choque, a pesar de generar el riesgo de un tsunami.
