Escoltados por sus camaradas, los ataúdes con los restos de los agentes de policía chinos que perecieron en el apocalíptico terremoto de Haití comenzaron su regreso a casa el domingo en el aeropuerto de Puerto Príncipe.
De los ocho héroes que perdieron sus vidas en el desastre, cuatro habían llegado a Haití como miembros de las fuerzas de mantenimiento de la paz sólo cuatro días antes de que el destructivo terremoto destruyese el 12 de enero (hora local) sus oficinas en la sede de la Misión de Estabilización de la ONU en Puerto Príncipe.
Desde la llegada del equipo chino de rescate el jueves, los rescatistas lucharon contra el reloj para encontrar a sus camaradas sepultados entre los escombros del edificio de la ONU en Haití, trabajando hasta el agotamiento pero aún así con una inquebrantable determinación.
Se dice que las primeras 72 horas después de un terremoto son las más cruciales a la hora de salvar vidas. Sin embargo, mientras el reloj seguía avanzando inexorablemente, las esperanzas de encontrarlos con vida se desvanecían con presteza.
El primer cuerpo sin vida fue hallado el 16 de enero a las 3:30 de la mañana hora local, mientras que los otros siete fueron encontrados y recuperados ese mismo día a las 14:58 hora local.
Cuando salieron a la luz los restos de sus compañeros, comenzaron a correr lágrimas por las mejillas de los rescatistas chinos. Cada vez que recuperaban un cuerpo, se ponían de pie y permanecían en silencio para presentar sus respetos.
Justo allí en el lugar del rescate, un miembro del equipo levantó un letrero en el que se leía: "Compañeros, volvamos a casa".
En el campamento en el que están estacionados los agentes de policía chinos en Haití, los equipos ya habían formado en fila y esperaban en silencio a que regresasen sus compañeros caídos.
"¡Salve!" ordenó un agente de policía chino.
El grito rompió el silencio que reinaba en el campamento, mientras la comitiva que escoltaba el ataúd de Li Qin, de 47 años de edad, entraba el sábado en el campamento.
Las lágrimas innundaron los ojos de muchos agentes. Les temblaban las mejillas al intentar disimular su indescriptible dolor. Otros estallaron en lágrimas cuando vieron pasar los vehículos que transportaban los restos de sus camaradas.
VIAJE DE REGRESO A CASA
Eran las 7:30 de la mañana del domingo.
En el campamento, las banderas de China y de la ONU ondeaban a media asta. Era el momento de decir adiós a los héroes caídos.
Una simple pero solemne ceremonia se celebró mientras los ataúdes de los agentes caídos eran colocados por separado en dos camiones.
En el panegírico, Liu Zhiqiang, director del Departamento de Cooperación Internacional del Ministerio de Seguridad Pública de China, elogió a sus camaradas perdidos, calificándolos de "agentes descatables" y "guardianes de la paz mundial".
En el aeropuerto de Puerto Príncipe, un avión chárter esperaba para llevarlos de regreso a casa.
Una vez que se subieron los ataúdes a bordo y se cerró la compuerta del departamento de carga, los motores comenzaron a rugir, preparándose para despegar.
Delante del avión preparado para despegar, tres agentes femeninas de policía chinas dieron su saludo final a sus camaradas, cuyos espíritus y méritos quedarán para siempre en nuestras memorias. Fin