La Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas (ELAM) cumple hoy diez años, después de graduar a más de 7.000 jóvenes de 30 países de América Latina, Africa y Estados Unidos.

Inaugurado el 15 de noviembre de 1999, durante la realización en La Habana de la IX Cumbre Iberoamericana, el centro fue el resultado de una idea del entonces presidente cubano Fidel Castro tras el paso por Centroamérica y el Caribe de los huracanes Georges y Mitch, que dejaron una impresionante estela de muertes.

En respuesta a esos meteoros, el gobierno cubano envió varias brigadas médicas para socorrer a los damnificados pero la propia realidad hizo que, el 20 de noviembre de 1998, Castro planteara por primera vez la necesidad de crear un centro para formar masivamente médicos.

En apenas 92 días, una antigua Escuela Naval, ubicada en el oeste del litoral norte y a unos veinte minutos de La Habana, fue acondicionada como un complejo educativo especializado en las Ciencias Médicas.

El centro comenzó a recibir a jóvenes extranjeros seleccionados entre los sectores más pobres, en zonas rurales y grupos étnicos marginados, y a quienes sólo se les exige trabajar en sus comunidades.

Generalmente esos jóvenes no tienen recursos para costearse una carrera que puede costar trimestralmente hasta 50.000 dólares, más los gastos en libros y alimentación, y llegan a la ELAM a través de planes que impulsan sus gobiernos.

En los países donde no hay respaldo gubernamental al proyecto cubano, lo hacen mediante los grupos de solidaridad que solicitan las becas necesarias.

Mención aparte merecen los estadounidenses acogidos al plan cubano y que salidos de los barrios más marginados de Estados Unidos, llegan a la isla cada nuevo curso de la mano de la organización humanitaria Pastors for Peace, que dirige el reverendo Lucius Walter.

Esos jóvenes norteamericanos antes deben someterse a un complicado proceso para obtener las licencias exigidas por Washington en virtud del bloqueo tendido alrededor de Cuba desde hace casi medio siglo.

Los rigurosos planes docentes, que combinan el estudio con el trabajo, ofrecen a los estudiantes un enfoque comunitario con hincapié en la ética y el sentido humanitario de la medicina, aunque al regresar a sus países tendrán que enfrentar un modelo diferente.

A los planes de estudios de seis años, se les añadió uno más para uniformar el nivel antes de comenzar la carrera y a partir del tercer curso los estudiantes se distribuyen por las 21 Facultades de Medicina que hay por todo el país.

El proyecto se extiende en la actualidad a todas las universidades médicas cubanas, de las cuales en las cinco graduaciones han egresado 7. 256 profesionales de la salud de 30 países, incluidos 33 jóvenes de Estados Unidos.

Actualmente se forman en Cuba más de 21.300 estudiantes de un centenar de naciones, en pregrado, que incluyen los del nuevo programa de formación, mientras más de 2.500 de los egresados en la primera década hacen una especialidad en la isla.

Para el director de la ELAM, doctor Juan Carrizo, ese centro es "la expresión más alta de humanismo y solidaridad con los pueblos, y por ello las graduaciones constituyen un acontecimiento en la historia de la salud de las naciones desprotegidas". Fin