Afectada por la crisis financiera, la economía global cayó en la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, provocando que los gobiernos de todo el mundo inyectaran cantidades masivas de dinero a sus medidas de estímulo.
Al mencionar señales de estabilización y mayor confianza, los líderes del G8 reconocieron que todavía hay riesgos importantes para la estabilidad económica y financiera.
Acordaron que la acción política para apoyar a la economía mundial y reparar el sistema financiero continuarán mientras sea necesaria para garantizar un crecimiento sustentable y duradero.
La cumbre congregó a los líderes del G8, los cinco principales países en desarrollo --Brasil, China, la India, México y Sudáfrica, algunas naciones africanas, y a organizaciones internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.