Desde la fecha de su fundación en 1948, la Organización de Estados Americanos (OEA) quizá enfrente una de sus mayores pruebas, en la que está en juego su fortalecimiento o desarticulación como entidad.
El punto de discusión o el pretexto para debilitarla es el tema de Cuba y su regreso a la organización que lo expulsó hace 47 años.
La preocupación aumenta entre las autoridades del ente regional, sobre todo por las continuas críticas de plegarse a los intereses de Washington y estar a sus órdenes.
Esto ha motivado a algunos gobernantes, como el ecuatoriano Rafael Correa, y otros afines a la Alternativa Bolivariana de las Américas (Alba), a proponer una Organización de Estados Latinoamericanos "sin países ajenos a nuestra cultura, a nuestros valores".
Esa idea comenzó a tomar forma en diciembre en Brasil, cuando 33 países de la región ya hablaban de la creación de la Unión de América Latina y el Caribe.
Sin duda que esa posición apoyada por varios países ha dado el "campanazo" para que la OEA replantee su posición respecto a la isla, la cual ha reiterado su rechazo a integrarse.
Cuba ha manifestado que nunca regresará a la OEA, que es un "pestilente cadáver" y "vetusto caserón de Washington", publicó el diario "Granma" el viernes pasado.
En todo caso, Estados Unidos ha promovido un proyecto de aprobar la posibilidad de suspender la sanción a Cuba, pero a través de un proceso "deliberado y bien consensuado", es decir, que cumpla con la Carta Democrática de la OEA.
En contrapeso, el embajador de Cuba en Honduras, Juan Carlos Hernández, ha sido claro al afirmar que "agradecemos esas muestras de solidaridad y apoyo, donde hay manifestaciones concretas y claras del levantamiento al bloqueo, eso lo apreciamos enormemente, sin embargo, no nos interesa ingresar".
Con esos ingredientes, todo apunta a que se espera una "candente" discusión y una "batalla interesante", como la catalogó el presidente venezolano Hugo Chávez al arremeter contra el organismo.
Pese a todo, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, desde su llegada a San Pedro Sula, sede de la Asamblea, ha tratado de enfriar los ánimos, y ha dicho que el tema de Cuba va.
De lo que no están claros, es de cómo será tratado el tema hasta que tengan una respuesta del consejo permanente y comisiones técnicas de la OEA reunidas en Washington.
En todo caso, los cancilleres son los que se van a referir al tema, y tendrán la última palabra, ha dicho el secretario adjunto, Albert Randim.
De momento, habrá que esperar el interesantísimo debate, y observar el giro que tomará la organización en un tiempo en que un acertado golpe de timón vendría a darle un respiro para preparar las batallas por venir, frente a países distintos, alternativos y progresistas. Fin