Esta semana la Policía Militar de Rio de Janeiro festejó los 200 años de su creación, en un momento en que su imagen de violencia y corrupción empieza a ser sustituida por la de eficiencia en Brasil.

La Policía Militar (PM) de Rio de Janeiro fue creada el 13 de mayo de 1809 por el príncipe Joao de Braganza, regente de Portugal en lugar de su madre María I, apodada "La Loca", un año después de la llegada de la corte portuguesa a Brasil para huir de las tropas napoleónicas.

Bautizada como División Militar de la Guardia Real de Policía de la Corte, que después cambió varias veces de nombre hasta llegar al actual hacia 1920, la PM, como es conocida la institución, es el cuerpo militar más antiguo y genuinamente brasileño.

Los militares que acompañaron a la corte a Rio de Janeiro pertenecían a unidades del ejército portugués y éste fue el primero creado en la nueva capital del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve.

A partir de la dictadura militar brasileña (1964-1985), la PM fue asociada inevitablemente a la represión más dura, ya que fueron sus soldados quienes mataron al estudiante Edison Luiz en 1968, hecho que provocó la histórica "Manifestación de los Cien Mil".

Con la democratización y la Constitución Ciudadana de 1988, el papel de la PM no sufrió modificaciones y la corporación llegó a los días actuales asociada a la represión arbitraria, la entrada violenta a las "favelas" (barrios pobres) y a la fama de "matadora".

En los últimos 11 años fueron asesinados 1.458 policías militares, pero la mayor parte de ellos no murió "en el cumplimiento del deber", sino en otras ocupaciones toleradas complementar sus magros salarios.

En el desempeño de esas tareas no profesionales murieron 1.147 policías, equivalente a 78 por ciento de todos los muertos de la corporación de 1999 y 2009.

Para efectos de comparación, entre enero y septiembre de 2007 los integrantes de la PM de Rio mataron a 1.245 personas, un número bastante cercano al de todos los policías muertos en 11 años.

De acuerdo con el Programa Nacional de Seguridad Pública y Ciudadanía (Pronasci, del gobierno federal), la PM de Rio de Janeiro es la más letal del país, debido a que en Rio de Janeiro mueren 2,5 veces más policías que en Sao Paulo, pero también matan seis veces más. Esta proporción de policías y civiles asesinados resalta aún más si se toma en cuenta que Rio de Janiero es la segunda ciudad más poblada del país, precisamente después de Sao Paulo.

La violencia en Rio hace que una encuesta realizada por el Instituto Brasileño de Investigación Social (IBPS) muestre la importante fracción de la población que no confía o teme a la policía que debería defenderla.

Los que confían en la PM son 33 por ciento de los cariocas (oriundos de Rio), la misma proporción de los que no confían en ella, mientras que otro 32 por ciento se escuda en un ambiguo "no confía ni desconfía".

Entre los conductores de automóviles detenidos en las denominadas operaciones "blitz" (control de calles) de la PM, 49 por ciento declara sentir miedo o mucho miedo.

"La población se alejó de la policía y la policía también se distanció de la población. Tenemos que cambiar esa imagen con una tropa bien entrenada, mejor preparada y con mejores salarios", dijo el secretario de Seguridad Pública de Rio, José Mariano Beltrame.

El secretario es el responsable por la más exitosa operación de mejoría de imagen de la PM, al encargarle la ocupación de la "favela" del "Morro" (cerro) Dona Marta, en el barrio de Botafogo, antes dominada por traficantes.

La ocupación policial de Dona Marta mostró, después de décadas de violencia en las "favelas" donde normalmente la PM era acusada de "entrar tirando", que es posible mantener en orden esas comunidades pobres, habitadas por una enorme mayoría de trabajadores.

El modelo de la ocupación en esa "favela" se aplicó después en una comunidad mucho mayor en lla Ciudad de Dios y en otra similar, en la "favela" de Batan, ambas en la zona oeste de la ciudad, con el mismo éxito.

La llamada "policía comunitaria" es formada por destacamentos especialmente entrenados, cuya preocupación principal, además de no permitir el regreso de los traficantes, es aprender a convivir con la población sin provocar temor.

El éxito de la experiencia ha hecho que el gobierno provincial decidiese extenderla a otras "favelas", para lo cual será necesario ampliar sus efectivos de los actuales 37.500 hombres, a 60.500 de manera progresiva.

A medida que eso ocurra, los habitantes de los barrios pobres de Rio se irán acostumbrando a ver a los policías como la representación del Estado, que desde el siglo XIX ha sido el gran ausente en las "favelas". Fin