Desde luego, en lo que el presidente no se equivoca es en el duro trabajo que tiene por delante la administración si realmente pretende conseguir los objetivos que se ha marcado, en particular en el contexto de crisis que se vive a escala global. El mismo presidente no ha dejado de recordar, durante la rueda de prensa, que "millones de americanos aún no tienen empleos y hogares y se perderán más antes que la recesión termine," y que "el crédito aún no fluye tanto como debería, muchas familias aún deberán enfrentarse a tiempos difíciles y el déficit proyectado a largo plazo en nuestro país aún es muy alto".
Obama necesita, en el plano económico, conseguir éxitos de carácter inmediato sin descuidar el entramado de su acción a largo plazo. Para ello, es imprescindible actuar a un doble nivel, impulsando cambios estructurales en el sistema de producción estadounidense para no perder competitividad frente a otras potencias económicas, y procurando al mismo tiempo establecer estrategias de cooperación internacional que permitan reposicionar a Estados Unidos a escala mundial.
A pesar de no poder descuidar la importancia del factor económico en la consecución del sueño del presidente Obama, ese sueño cuenta sobretodo con un contenido de carácter social que no se puede dejar en un segundo plano. Por eso, la agenda del presidente americano está repleta de ambiciosas medidas de carácter social de gran alcance, con las que pretende la “reconstrucción de América”, entre las que se incluyen la reforma del sistema sanitario y educativo, y una nueva política energética y medioambiental.
En este sentido, el presidente recordó a los ciudadanos que "es para ustedes para quien trabajo en la Casa Blanca. Sé que me enviaron a Washington porque creen que hay mejores días por delante y no les voy a decepcionar", y dijo también que necesitan trabajar más porque "el gobierno aún no es tan eficiente como debería ser".
El alto nivel de eficacia y autoexigencia demostrado por el propio Obama, así como la opinión de los expertos y los resultados de las encuestas de opinión, parecen indicar que los primeros cien días de gobierno del presidente auguran una legislatura bastante satisfactoria, ya que, desde una perspectiva histórica, esta primera etapa del mandato presidencial siempre ha demostrado ser decisiva a la hora de marcar las pautas para el resto del mandato.