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ESPECIAL: Minería informal causa serios daños ecológicos en Perú
Agregar a favoritos | Imprimir | e-mail | Corregir   09:27 22-04-2009 / spanish.china.org.cn
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La minería informal en Perú, especialmente la del sector áureo, ha afectado seriamente el ambiente, y en ocasión del Día Mundial de la Tierra, el 22 de abril, se reitera la alerta sobre el daño a la naturaleza.

En el amazónico departamento peruano de Madre de Dios, en el sudeste y fronterizo con Brasil, miles de mineros artesanales, unos cuantos como dueños de concesiones y la gran mayoría trabajadores sin derechos sociales, vierten anualmente y sin control de alguna índole, según cifras extraoficiales, unas 450 toneladas de mercurio en los ríos.

El director regional del Ministerio de Energía y Minas (MEM), Ronny Pastor, afirmó que solo 16 de las 2.800 concesiones mineras del departamento dedicadas a la extracción de oro son formales.

El funcionario explicó que según la Ley de Formalización y Promoción de la Pequeña Minería y la Minería Artesanal, una concesión es informal si no cuenta con la respectiva certificación ambiental y apuntó que en esa región este requisito sólo es cumplido por 16 de ellas.

"Actualmente estamos revisando unos 100 estudios de impacto ambiental. Nuestro trabajo es formalizar las concesiones mineras que cuentan con título y por eso estamos haciendo trabajo de campo, talleres informativos", declaró.

Tras señalar que "las leyes ya están dadas" para evitar la informalidad, aunque tampoco se cumplen, mencionó la necesidad de mayores recursos, logística y personal calificado para enfrentar esta problemática en Madre de Dios.

"Contamos con un presupuesto de 70.000 soles (23.000 dólares) pero requerimos como mínimo cuatro veces más", apuntó.

Pastor confirmó que la minería informal, en la que trabajan entre 10.000 y 15.000 pobladores ocasiona graves daños al ambiente por la depredación de los bosques, el uso inadecuado del mercurio y la contaminación de los ríos y constituye un grave riesgo para la salud de las personas, entre otros males.

La explotación aurífera artesanal se da en tres sectores, denominados Delta 1, Huepetuhe y Guacamayo, entre los ríos Manu e Inambari, además de varios tributarios, situados cerca de la vía Interoaceánica, que unirá Perú y Brasil, y a una distancia que va de entre 100 y 200 kilómetros al suroeste de la capital departamental, Puerto Maldonado.

Para llegar a las zonas mineras hay que recorrer como mínimo unos 40 minutos de bosque a bordo de una motocicleta, el medio de locomoción más práctico para desplazarse, que incluso transportan piezas de motores, barriles de combustible o cajas de cerveza; también, paradójicamente, hay varias decenas de modernas camionetas todo terreno en pistas firmes.

En estos territorios existe una tácita "ley del silencio", donde preguntar puede convertirse en un "viaje de ida sin retorno".

Si se estima que hay 2.800 concesiones, con un promedio de 100 hectáreas cada una.

Las dragas de succión para extraer el mineral mezclado del subsuelo dejan al descubierto la erosión que convierte la selva virgen en lugar fantasmagórico, donde troncos blanquecinos pueden estar torcidos o caídos sin posibilidad de reproducirse o reverdecer.

Paralelamente al avance depredador, se levantan caseríos temporales de viviendas frágiles construidas de madera, plástico y paja que no tienen agua potable ni alcantarillado que, sin embargo, cuentan con televisión por cable e internet.

Asimismo, uno detrás de otro, aparecen bares y burdeles, atendidos en muchos casos por menores de edad (se han contabilizado más de 200 entre niñas y adolescentes) que son traídas de otros lares a base de promesas de trabajo con buenas remuneraciones, terminando abrazadas a la prostitución y finalmente a la mendicidad.

Las menores sufren de parásitos y conjuntivitis y no son víctimas de pandemias a pesar del intenso calor y las pésimas condiciones de insalubridad debido a que las aves de carroña (gallinazos) se "encargan de la limpieza en los botaderos de basura", donde pululan moscas, gusanos y otros insectos.

En los restaurantes y en los hogares, a pesar que los ríos lugareños son ricos en variedad de peces (aunque van camino a la extinción), no hay oferta de platos con base en ellos, pues se teme, y de hecho lo están, que estén envenenados con mercurio.

COMIENZO DE LA FIEBRE DEL ORO EN LA REGION

Hacia la década de los 30 del siglo pasado, ha había quienes recogían el oro de los ríos sin mayor esfuerzo.

Hacia 1950, un recluta fue enviado a Madre de Dios a cumplir con el Servicio Militar Obligatorio y cumplido el tiempo de leva retornó y en Huepetuhe encontró sorprendentes cantidades de oro en los ríos, que comenzó a explotar con técnicas muy rudimentarias.

Huepetuhe se transformó en un pueblo donde sus habitantes viven "por, para o desde la minería", y nace y muere en relaves mineros que cubren la pista afirmada de su única calle principal.

El residuo semilíquido, barro mezclado con mercurio, ha convertido al otrora río Huepetuhe en una suerte de acequia; empero, aun se extrae a diario un promedio de entre 20 y 25 kilos de oro.

Se estima que anualmente, del Delta 1, Huepetuhe y Guacamayo, así como de otras concesiones incipientes, se producen anualmente más de 20 toneladas anuales de oro (cálculos menos conservadores hablan de 35 toneladas).

Cada gramo de oro es cotizado en el lugar en 85 soles (casi 30 dólares), y en gran parte del movimiento de compra-venta no participa el Estado, aunque cuenta con una oficina para el caso.

En realidad nadie sabe, ni tampoco da razón por la "ley del silencio", cuánto oro se compra o se vende, solo se aprecia el humo que emana de la quema de mercurio para obtener oro puro.

Otro de los problemas es que comunidades aborígenes son afectadas por los mineros artesanales, tanto así que la Federación de Comunidades Campesinos del río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad) envió al gobierno central, en 2007, una misiva de protesta frente a la invasión de mineros formales e informales.

Esos mineros se han convertido en una amenaza pemanente por el despojo de los territorios, la contaminación de los ríos y cuencas hidrográficas, la destrucción de los bosques, la huída y extinción de animales y la aparición de nuevas enfermedades, incluso sociales como el alcoholismo y la prostitución.

Lo que era monte virgen se va transformado en páramo sombrío y poco a poco, conforme el oro se agota en los yacimientos el ser humano penetra más y más en la selva en busca de otros filones, destruyendo todo a su paso, sin pensar ni reflexionar sobre que la selva amazónica es el pulmón del mundo. Fin


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22-04-2009 , Xinhua
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