La reunión entre el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, y su homólogo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, este sábado en Washington, dejó como saldo la ratificación de la buena relación política entre los dos países y un pedido del brasileño de mayor decisión en la lucha contra la crisis económica.
Da Silva fue el primer mandatario latinoamericano a ser recibido por Obama desde que asumió la presidencia en enero pasado, en un encuentro que se extendió por casi una hora en el salón oval de la Casa Blanca.
El tema principal del encuentro fue la crisis económica global, y el brasileño pidió "acciones más firmes" del gobierno de Obama y una"decisión política" en el G-20, grupo de los mayores países desarrollados y en desarrollo, para restaurar el crédito y la confianza a nivel global.
"Para tranquilizar los mercados y devolver la confianza a los ciudadenos todos los líderes deben estar convencidos de que tienen que tomar decisiones rápidas", dijo el brasileño tras la reunión.
El tono descontraido en que se desarrolló la reunión quedódemostrado en la conferencia de prensa posterior, en la que Da Silva señaló que no le gustaría estar en el lugar de Obama debido al tamaño de la crisis en su país, a lo que el estadounidense respondió que el comentario le recordaba los que recibe de su esposa Michelle.
Como recordó la ministra jefe de gabinete de Brasil, ambos provienen de orígenes similares, habiendo comenzado uno como dirigente sindical y el otro como organizador comunitario, lo que facilita un diálogo fluido.
Esa proximidad se expresó en el trato amistoso de la conversación,que puso en evidencia algunas diferencias entre los dos países en el plano comercial y en las mediddas que deben ser tomadas para salir de la crisis.
Da Silva resaltó que el proteccionismo "sólo va a agravar la crisis económica", abogó por la retomada de la ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y subrayó que "el sistema financiero necesita regulación, es inexorable".
La posición del brasileño marca una divergencia de enfoque respecto a su colega norteamericano, quien defiende que la cúpula del G-20 prevista para el 2 de abril en Londres se pronuncie por un esfuerzo mayor de los países en los planes de estímulo económico, dejando en segundo plano el problema de la regulación financiera.
Por su parte, Obama garantizó que "por lo menos" no habráretrocesos en la relación comercial con Brasil para asegurar que "el respeto mutuo construya un buen camino" para ambos.
"Nos vamos a construir muros en torno de nuestros países", enfatizó.
Da Silva defendió además el programa de biocombustibles de su país y sugirió que el cambio en la matriz energética en los EEUU para el uso de energías limpias podría dar más espacio para las ventas de etanol brasileño.
Obama resaltó el liderazgo de Brasil en esa área, pero dejó claro que las barreras al etanol brasileño no serán removidas en el corto plazo.
"Etanol es motivo de tensión entre los dos países y eso no va a cambiar de un día para otro. Queremos el intercambio de ideas, así de a poco la tensión se va a resolver", dijo.
En resumen, la visita sirvió para iniciar el vínculo entre los presidentes, que podrá ganar importancia en el marco de las relaciones de EEUU con América Latina y África, donde Brasil ejerce una influencia cada vez mayor.
Da Silva afirmó que su colega tiene "la oportunidad histórica" de mejorar las relaciones con esas dos regiones.
Otro punto de acercamiento es además el multilateralismo de Obama en su política externa, también reclamado por Lula da Silva durante el gobierno de George W. Bush, con quien sin embargo mantuvo una excelente relación personal.
El líder estadounidense prometió retribuir la visita en breve, como dijo a su colega, "tuve una visita maravillosa y espero encontrarlo en Brasil", y anticipó que podría aprovechar la ocasión para conocer la Amazonía. Fin