En Pingnan, los puentes no sólo sirven para cruzar ríos, sino que, además, constituyen el principal icono de esta comarca poco conocida de la provincia oriental de Fujian.
Los habitantes del lugar afirman que Pingnan albergó en su tiempo más de un centenar de estos característicos puentes de madera, que fueron declarados por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial en septiembre de 2009.
En la actualidad, quedan sólo unos 15 ejemplos de estas construcciones, dos de las cuales han sido completamente reconstruidas. El más antiguo y largo de estos puentes de madera en la comarca es el de Wan’an, de mil años de antigüedad y que mide 98,2 metros de largo.
Los otros puentes restantes han sido renovados y aún juegan un papel muy importante en la vida del pueblo. A diario, los habitantes locales cruzan los puentes con sus herramientas en mano. En los momentos de ocio, charlan o juegan al ajedrez chino sobre ellos, mientras los bueyes pastan en la rivera. En las noches de verano, algunos lugareños duermen incluso sobre las estructuras sobre el río, ya que en ellos se está fresco y no hay mosquitos.
Los puentes están a menudo ligados a la religión; existe un dicho local según el cual, “donde hay un puente, hay un templo”. El altar suele estar situado en uno de los extremos de la estructura, con divinidades budistas o taoístas, aunque algunos lugareños siguen venerando a los dioses del folclore tradicional del lugar.
En un templo próximo al puente de Wan’an, por ejemplo, existe una estatua del Rey Mono, el personaje principal del clásico chino ‘Xiyouji” o ‘Viaje al Oeste’.
En algunos puentes pueden encontrarse también altares, pero los fieles deben ser cautos al quemar incienso, ya que muchos puentes han acabado en llamas. El incendio más reciente tuvo lugar en junio de 2006, cuando el puente de Baixiang, de la Dinastía Song (960-1279) fue destruido por las llamas. El gobierno local esta considerando su reconstrucción.
Construir uno de estos puentes lleva varios meses y en ellos no se emplea ni una sola pieza de metal. En primer lugar, un maestro de Fengshui debe elegir la ubicación; se dice que un puente construido río arriba en un asentamiento ayuda a repeler los malos espíritus, mientras que los que se construyen río abajo ayudan a acumular riqueza.
Los chinos de la antigüedad creían que la naturaleza estaba llena de dioses, por lo cual, antes de cortar un árbol para construir el puente, debían ofrecer sacrificios a los dioses de la montaña o de los bosques.
Los trabajos de construcción solían comenzar en otoño, cuando el nivel de la corriente era más bajo. Antes de iniciar los trabajos, había que propiciar a los dioses del río.
Al concluir un puente, se celebraba una ceremonia y los trabajadores interpretan juntos alguna canción. Tras la ceremonia, un habitante de la aldea que goce de fama por su buena fortuna cruzará primero el puente, con el fin de dar buena suerte a todos.
La persona encargada de la construcción es llamada “la cuerda principal”, mientras que su asistente recibe el nombre de “cuerda de ayuda”. Son los únicos cuyos nombres son grabados en la viga principal del puente.
Huang Chuncai, de 74 años, es la “cuerda principal” más joven de Pingnan. Tanto su padre como su abuelo tuvieron la misma ocupación. Huang aprendió la técnica de su padre cuando tenía 15 años y a los 20 se convirtió en una “cuerda principal”. Su último puente lo construyó en 1969; desde entonces, los puentes de madera han sido progresivamente sustituídos por puentes de hormigón.
Sin embargo, en 2005, Huang tuvo que abandonar la tranquilidad de su jubilación cuando el gobierno local reubicó un puente de la Dinastía Qing (1644-1911). Desde entonces, Huang ha tomado parte en varios proyectos de renovación y, en la actualidad, enseña las técnicas a sus dos hijos.
Tradicionalmente, este tipo de conocimiento sólo podía pasarse entre los miembros masculinos de la familia, pero Huang se mueve con los tiempos y desea enseñar las técnicas a cualquier persona dispuesta a aprender.