La sala Zhongzheng, lugar de los intercambios entre el Budismo Tibetano y la cultura Han hace 500 años, vuelve a albergar una vez más una muestra de antigüedades tibetanas.
La sala, dentro de la Ciudad Prohibida, exhibe más de 60 antigüedades tibetanas budistas, incluyendo 32 estandartes bordados y 34 esculturas budistas que otrora pertenecieran a la Familia Imperial en la Ciudad Prohibida.
Según Zheng Xinmiao, director del Museo del Palacio Imperial pekinés, “los tibetanos tienen una larga historia de contactos con las antiguas Familias Imperiales del país y con la etnia Han. La sala funcionaba como un centro para expandir las ideas del Budismo Tibetano y, desde entonces, miles de creyentes han venido a la parte oriental de China”.
Antes de la exposición, el pasado viernes se había inaugurado el Centro de Investigación de Antigüedades Budistas Tibetanas. El centro se sitúa en la mencionada Sala Zhongzheng, que fue testigo de los intercambios entre la cultura del Budismo Tibetano y la etnia Han durante la Dinastía Ming (1368-1644).
Según el director del museo, miles de antigüedades tibetanas se han mantenido intactas durante generaciones, incluyendo estatuas budistas, utensilios y escrituras, que jugaban y siguen jugando un papel muy importante en la vida cotidiana de los tibetanos.
“El Museo de la Ciudad Prohibida tiene ventajas a la hora de establecer un centro de investigación, ya que en él se conservan miles de antigüedades tibetanas’, indica Lian Xiangmin, director delegado de la oficina de investigación del Centro de Tibetología de China. “El centro promoverá la cultura tibetana tanto dentro como fuera de China”, señaló.
El Centro de Tibetología de China abrirá un Museo de la Cultura Tibetana dentro de dos meses, para exponer a los visitantes una civilización que, para muchos, sigue siendo todo un misterio. En el Museo se expondrán piezas relacionadas con el Budismo Tibetano procedentes no sólo de la Región Autónoma del Tíbet, sino también de otras provincias con población tibetana como Qinghai o Sichuán.