El Instituto Cervantes de Pekín celebró ayer su tercer aniversario con una actividad especialmente diseñada para los más pequeños. Quizá porque el centro quiere atraer la atención de los padres sobre las ventajas que para sus hijos podría tener empezar a aprender el español, quizá porque la exposición que se inauguraba ese mismo día le venía como anillo al dedo al público infantil, el recinto se llenó de globos, sombreros de cumpleaños y mesas con actividades lúdicas.

En cuanto a la exposición, Ilustrísimos, que recoge una interesante muestra del panorama de la ilustración infantil y juvenil en España, esta permanecerá abierta y podrá visitarse gratuitamente hasta el 4 de octubre, para trasladarse después a la Biblioteca Miguel de Cervantes del Consulado General de España en Shanghai, donde podrá verse desde el 18 de octubre y hasta el 6 de diciembre.

Ilustrísimos coincide con la elección de España como País Invitado en la Feria Internacional del Libro de Beijing de este año, que tendrá lugar entre el 3 y el 7 de septiembre en la capital china. Con motivo de esta invitación, el Ministerio de Cultura de España ha organizado una serie de actividades, de entre las cuales la presente exposición es la que da el pistoletazo de salida.

Las ilustraciones que se presentaron ayer en el Instituto son sólo un avance de la muestra, que se podrá ver en su totalidad durante la feria, y recoge trabajos de 29 de los 73 ilustradores que participan en ella. Entre ellos, Ajubel, Alfonso Ruano, Arnal Ballester, Elena Odriozola, Elisa Arguilé, Imapla, Isidro Ferrer, Jordi Sàbat, Mariona Cabassa, Pablo Amargo, Max, Tássies, Óscar Villán o Teresa Novoa, por citar sólo a algunos de los artistas que dan fe del excelente momento que vive el sector de la literatura infantil en España.

En las mesas dispuestas para la lectura, los niños disfrutaron ciertamente más de las ilustraciones que de los textos, escritos en español, aunque no faltaban adultos que, sentados a su lado, les ayudaban a descifrar las historias. La mesa estrella, sin embargo, fue la que invitaba a los pequeños a crear ellos mismos sus propias ilustraciones, que después se iban colgando en las paredes del centro. Fue, en definitiva, todo un placer.