El Premio Internacional Don Quijote de La Mancha, que es concedido anualmente por la Junta de Castilla-La Mancha y la Fundación Santillana como reconocimiento a la labor de difusión del español en el mundo, ha sido este año para un grande de las letras, el escritor peruano Mario Vargas Llosa, y para la presidenta de Filipinas Gloria Macapagal-Arroyo, por su labor institucional de defensa de la lengua española.

En el caso de la presidenta filipina, que es miembro número uno de la Academia Filipina de la Lengua Española, fundada en 1924, el premio se le ha concedido por su labor de difusión de la lengua en un país que, pese a la herencia de su pasado colonial, no había vivido un auténtico arraigo del castellano, introduciéndolo en los planes de estudio oficiales del país. A Mario Vargas Llosa, por su parte, el premio se le ha concedido como reconocimiento a su compromiso social, y a una trayectoria individual excepcional en lengua española, iniciada ya hace nada más y nada menos que medio siglo.

El premio, dotado con 25.00 euros y cuyos beneficiarios se conocieron ayer, se entregará en la ciudad española de Toledo el próximo mes de octubre. Es la segunda vez que se concede después de que se instaurara el pasado año, cuando fueron galardonados el presidente de Brasil Lula da Silva y el escritor mexicano Carolos Fuentes.