El día 23 tuvo lugar un cóctel para los amantes del arte de Shanghai, que contó con la presencia del artista colombiano mundialmente conocido Fernando Botero y su discípulo Dario Ortizs, que inauguraban una exposición en la galería de arte Levant.
Botero expone por primera vez en China y la muestra está compuesta por 19 obras de Botero y Ortizs. Entre los óleos, acuarelas, esculturas y esbozos encontramos una pintura considerada como arquetípica de su obra, “Mujer frente al Espejo”.
Se trata de una escena en la cual la típica mujer regordeta, desnuda, se arregla el cabello, y está valorada en 1 millón de dólares.
Nacido en 1923 en la pequeña ciudad de Medellin, Colombia, Botero perdió a su padre cuando tenía solo 4 años y desde entonces vivió con su madre en la austeridad.
En un país donde la gente es catalogada por su status social, el joven Botero aprendió rápidamente la diferencia entre ricos y pobres. “La vida es un duro reto cuando vives en condiciones paupérrimas” afirmó, recordando su infancia.
Botero pudo dejar su ciudad a los 19 años. En una ocasión se describió como “un artista nacido en el tercer mundo”. “No crecí rodeado de museos o entre los círculos de arte tradicionales. Así, desde el principio intenté aproximarme y observar a la gente y objetos que me rodeaban bajo un nuevo prisma y experiencia”.
Botero solía asistir interesado a una escuela de toreo, pues en un principio quería ser torero. Sin embargo, en el momento en que se encontró cara a cara con un toro vivo, abandonó la idea. Dejó de pensar en cómo manejar al toro para aprender a pintarle, a él y a los toreros.
Después de que sus obras ganasen el premio del Salón Nacional de Artistas se marchó a Europa, concretamente a Italia, donde se hizo famoso.
Botero es internacionalmente conocido por sus pinturas y esculturas de figuras obesas, normalmente representaciones objetivas e irónicas de la aristocracia y clases medias.
Casi todos los personajes de sus trabajos comparten caras y expresiones, y cuerpos obesos. Sin embargo, la amplitud de temas tratados les confiere un toque cómico. Ni tan sólo Jesús, ni la Virgen María, escapan a la obesidad.
Cuando se le pregunta la razón que le llevó a escoger la obesidad como rasgo principal de su obra, Botero explica: “en realidad lo que pinto no es obeso. Quiero expresar un sentimiento de belleza. Muchas veces el arte es transformado y exagerado. No tiene nada que ver con la obesidad. No sólo la gente, sino también los animales, frutos e instrumentos, todas las figuras de mis obras son abultadas”.
Botero cree que el arte es, por un lado, un instrumento para expresar sus opiniones y, por el otro, la representación de un ideal al que aspira pero que todavía no ha conseguido alcanzar.
Las cabezas y cuerpos gordos y redondos resultan divertidos, incluso a veces ridículos. No piensan, no expresan alegría o tristeza, se limitan a proyectar fijamente sus vacíos ojos a través del cuadro.
La manera en que pinta los objetos (las frutas, como naranjas y plátanos, se ven tan llenas que parece que estén a punto de explotar), también produce un fuerte impacto visual. Estas imágenes se repiten, añadiendo una extraña sensación de dignidad y paz que sólo se encuentra en el arte clásico, trasladando la belleza hacia una nueva talla.
Fecha: hasta el 30 de abril, de 10am a 6pm
Dirección: 4/F, 28B Yuyao Rd
Tel: 021-5213-5366