Tras ocho años de duro trabajo, se ha completado el proyecto de conservación y restauración de las Cuevas de los Mil Budas de Kumtura, en la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, en China.
Tong Mingkang, vicedirector de la Administración Estatal del Patrimonio Cultural (SACH, en inglés) afirmó en un seminario que tuvo lugar en Beijing sobre los resultados del proyecto que, desde su inicio en 2000, y gracias a los esfuerzos conjuntos de expertos chinos, japoneses y de la UNESCO, se han conseguido resultados excelentes.
“Mediante el desarrollo de técnicas de conservación, la restauración integral y el establecimiento de pautas de conservación basadas en un proyecto piloto de conservación, el proyecto ha mejorado ostensiblemente el estado de este sitio declarado patrimonio cultural” señaló Tong, añadiendo que ha fomentado asimismo el desarrollo de trabajos de conservación similares en China.
Los expertos que asistieron al seminario también coinciden en que el éxito del proyecto de Kumtura supone un ejemplo clásico de cooperación para la conservación del patrimonio cultural entre China y otros países, que han acumulado una gran experiencia para futuras acciones en este campo.
Según Huang Kezhong, investigador de la Academia China de Patrimonio Cultural, quien también asistió al seminario, las cuevas Kumtura de los Mil Budas fueron construidas hace más de 1000 años y se enfrentan a riesgos derivados de actividades humanas como las visitas de turistas y de la erosión natural a causa de la meteorología, las filtraciones de agua y los derrumbamientos debidos a las grietas en las rocas.
En 1998, China y Japón llegaron a un acuerdo para proteger los sitios históricos que se conservan a lo largo de la Ruta de la Seda, y las Grutas de Kumtura se encontraban entre la lista de sitios a restaurar. Al año siguiente, un equipo de inspectores de la UNESCO investigó las Cuevas de los Mil Budas. En abril del 2000, expertos de China y Japón, junto a los representantes de la UNESCO, diseñaron un plan y un calendario para la conservación de dichos sitios. De acuerdo con dicho plan, el gobierno japonés aportará 1,25 millones de dólares en ayudas a los trabajos de conservación, como parte del proyecto de fondos fiduciarios de la UNESCO. El gobierno chino aportó también fondos para la realización de dicho proyecto.
Según la página web oficial de la UNESCO en China, se contemplan dos fases en el proyecto de conservación. En la primera fase, que se realizó durante el período 2001-2005, se incluía principalmente la recopilación de datos de fuentes como la investigación geológica, mapas aéreos, pruebas atmosféricas, así como pruebas iniciales de conservación. De acuerdo con los resultados de la primera fase, en la segunda fase, entre el 2005-2008, se llevó a cabo la conservación íntegra, incluyendo pruebas de hormigón en dos zonas piloto.
A causa de los peligros que sufren las cuevas, como los desprendimientos o agrietamientos de la roca, la aparición de escamas en las pinturas, la erosión por inundaciones o la podredumbre, muchas cuevas fueron reforzadas para incrementar su seguridad ulteriormente.
En el Seminario de Beijing se informó asimismo de que expertos de ambos países llevarían a cabo la conservación y mantenimiento a largo plazo de las cuevas, para establecer continuos trabajos de protección y asegurar la protección de dicho patrimonio de cara a las generaciones venideras.
Nuevo concepto
Otro de los logros de los concienzudos esfuerzos de los expertos de ambos países es el desarrollo de un nuevo concepto de conservación de este lugar patrimonio histórico.
Wubuli Maimaitiaili, director de la Sección de Conservación de las Reliquias Culturales del Instituto del Patrimonio Cultural de Xinjiang, quien tomó parte en los trabajos de conservación, afirmó en un artículo del diario Guangming Daily, con base en Beijing, que el proyecto no sólo aportaba patrocinio económico, sino también representaba una oportunidad idónea para que los expertos profundicen en el método a seguir parar conservar este tipo de reliquias culturales.
“Anteriormente, cuando descubríamos algún elemento del patrimonio cultural deteriorado, nos afanábamos en restaurarlo, sin esperar a descubrir las causas de su deterioro”, afirmó, y añadió que los fondos dedicados a los trabajos de restauración no sirven de nada si no se descubre la raíz de la causa de su mal estado.
Añade además que, si volvemos la vista atrás hacia el proyecto de conservación de las Cuevas de los Mil Budas de Kumtura, constataremos que el tiempo y fondos fueron mayoritariamente invertidos en la recopilación de información. “Expertos de ambos países establecieron una estación meteorológica y analizaron los datos obtenidos durante ocho años, para descubrir las pautas de afectación de los efectos de la naturaleza en las cuevas”, añadió.
Tomando como ejemplo la protección de los frescos, añadió que los expertos, mediante el uso de equipos avanzados, se hicieron con datos interesantes como la temperatura e iluminación de las cuevas; analizaron la composición de la pintura y técnicas pictóricas de los frescos; y finalmente diseñaron un plan de protección de los frescos de las cuevas.
Explicó además la importancia de la recopilación de datos, elemento que les proporciona confianza a la hora de pedir su ingreso como patrimonio cultural mundial en la UNESCO.
“En estadios anteriores, a menudo rechazamos dicho trabajo de base, pues parecía no reportar beneficios prácticos para la preservación del patrimonio; aunque ahora somos conscientes de que estábamos equivocados”, declaró.
Expertos de ambos países estuvieron de acuerdo también en afirmar que la protección del patrimonio cultural es responsabilidad de las sucesivas generaciones.
Desenterradas por primera vez en el siglo IV dC, las Cuevas de los Mil Budas de Kumtura están formadas por grupos de grutas dispuestas en una colina en la ribera este del río Weigan, 30 km al sudoeste del condado de Kuga, en la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, China. En lengua uigur, Kumtura significa “faro en el desierto”.
Las grutas se extienden a lo largo de cerca de 3 km de norte a sur, y forman parte de conjunto del templo budista de Qiuci (antiguo estado del área de la china Xinjiang que hoy en día correspondería a la zona de Asia central). Se tiene constancia de que la primera cueva fue tallada hace 1500 años. Existen 144 cuevas numeradas y más de 4000 metros cuadrados de frescos en la zona.
La mayoría de las cuevas y frescos aparecieron entre los siglos III y el XI, período en que el Budismo creció y gozó de una mayor aceptación en China. Las cuevas fueron esculpidas por turcos, chinos Han, uigures y tibetanos y presentan una mezcla de formas artísticas orientales y occidentales que poseen un extraordinario valor histórico, científico y artístico.