Uno de los momentos más conmovedores de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Beijing el ocho de agosto de 2008 fue la escena en que tres mil actores caracterizados como discípulos de Confucio recitaron, cada uno sosteniendo en sus manos un libro de tiras de bambú, un fragmento de los Clásicos confucianos.
Esta actuación presentó a los espectadores un momento muy importante del desarrollo de la cultura china. El periodo de las Primaveras y los Otoños (aprox. 770-476 a.C.), fue una época de grandes cambios sociales en la que emergieron numerosas escuelas de pensamiento, tanto filosófico como político, incluyendo el confucianismo, la doctrina legista, el taoísmo y el mohismo. Los fundadores y miembros más representativos de estas escuelas de pensamiento sistematizaron sus doctrinas mediante numerosos debates, y poniéndolas también por escrito, llevando de este modo a un florecimiento sin precedentes del pensamiento académico en la historia de China. Los sistemas filosóficos generados durante este periodo sentaron una sólida base no sólo para el desarrollo de la cultura china del periodo feudal, sino para definir los sistemas de pensamiento y organización política y social que imperaron durante todo el clasicismo chino.
Uno de los factores cruciales que favorecieron esta explosión del pensamiento chino fue precisamente la transformación de los materiales de escritura. En el periodo inicial de la escritura china, los caracteres se inscribían sobre huesos de animales, caparazones de tortuga o bronces. Pero estos materiales no eran fáciles de conseguir y sus superficies duras no facilitaban el grabado de los caracteres, por lo que estos no se popularizaron demasiado. Esto significa que, hasta la dinastía Shang (S. XVII - S. XI a.C.), aquellas personas que tenían acceso a la lectura y la escritura en chino quedaron limitadas a un pequeño grupo de intelectuales, lo cual evidentemente afectó en gran medida a la transmisión del conocimiento y la cultura. Esta situación no cambió hasta que aparecieron los primeros documentos en soporte de madera o bambú.
Antes de la invención del papel por parte de Cai Lun en el año 105 de nuestra era, y de su difusión en el siglo cuarto, estos dos materiales fueron los más frecuentemente utilizados en el registro de documentos.
Según lo que han podido averiguar los investigadores, las tiras de bambú unidas por cordeles para formas libros, llamadas jian, normalmente eran utilizadas para el registro de leyes, libros, o documentos oficiales de importancia, mientras que las tablillas de madera, llamadas du, se usaban para los archivos ordinarios, libros de contabilidad, o correspondencia privada. Algunos descubrimientos arqueológicos han revelado que los jian eran extremadamente finos y delgados, con un ancho de menos de un centímetro y una longitud de entre diez y setenta centímetros.
El bambú y la madera prevalecieron como soportes básicos de la escritura en la antigua China durante más de mil años, ya que, si bien la seda también se utilizó comúnmente para estos fines, ésta era mucho más cara y la gente corriente no tenía la posibilidad de acceder a ella.
En palabras del profesor Zhao Chao, investigador del Instituto de Arqueología de la Academia China de Ciencias Sociales, en el programa de la Televisión Nacional China Sala de Lectura, “ambos materiales ocuparon un papel fundamental en la transmisión de los caracteres chinos entre la gente corriente en la antigüedad”.
Dado que los documentos históricos que se conservan de las primeras etapas de la civilización china son muy escasos, estas tiras de bambú son hoy en día de un incalculable valor, por lo que, según el propio Zhao, “el descubrimiento de las mismas fue uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes del siglo veinte”
Los libros de tiras de bambú son los mejores materiales con los que contamos para el estudio de los primeros documentos chinos manuscritos. El profesor de historia de la Universidad de Pekín Li Ling, que es uno de los expertos de más renombre en el estudio de documentos antiguos en China, manifestaba en su libro Los documentos antiguos y el desarrollo del pensamiento académico lo siguiente:
“El significado del descubrimiento de los antiguos libros y documentos no reside en el hecho de encontrar algunos libros que nunca se hubieran visto antes, sino en la oportunidad que proporcionan a los historiadores de revisar la clasificación de los libros antiguos, de los estilos caligráficos, así como considerar el significado de los cambios que se ven en los textos y la diversidad y complejidad del pensamiento antiguo desde un nuevo ángulo”
En el libro, Li explica también que la costumbre de colocar los libros en las tumbas junto con sus propietarios a la muerte de éstos se inició durante el periodo de los Reinos Combatientes, y se generalizó durante las dinastías Qin y Han (aprox. 221 a.C. – 220 d.C.). Sin embargo, Li añade que la costumbre de enterrar los libros o no con sus dueños era una cuestión de carácter básicamente personal y que tenía poco que ver con el estatus social de las personas en aquella época.
Antes del descubrimiento de las tiras de bambú donadas a la universidad de Tsinghua en julio, se habían registrado únicamente dos conjuntos significativos de estos jian en China: uno de ellos, fue el hallazgo de ochocientos de ellos en una antigua tumba en la provincia de Hubei en 1993, y el otro un conjunto de otros mil descubiertos por los equipos del Museo de Shanghai en 1994.