Según la imaginación del hombre, el dragón posee un espíritu unido y cohesionado y toma el cuerpo de la serpiente como base, al que incorpora elementos de otros animales, como la crin del caballo, la cola del buey, el cuerno del ciervo, las garras del perro y las escamas y antenas del pez.
La historia del dragón chino se remonta 8.000 años atrás, cuando en las ruinas de la tribu primitiva Chahai, situadas en la actual ciudad de Fuxin, en la provincia de Liaoning, se desenterró “la figura del dragón chino”, modelada con piedras de color rojo y pardo y de una magnitud relativamente iguales. El ejemplar de piedra, con una longitud de aproximadamente 20 metros y un ancho de unos dos metros, se encuentra agachado, con el lomo arqueado, la cabeza erguida y la boca abierta, pero su cola es muy indistinta. Esta es la escultura de dragón más antigua y de mayores dimensiones descubierta en el país hasta hoy.
Como el tótem de los chinos desde la antigüedad, el animal ha pasado un largo proceso histórico marcado por guerras y alianzas, mientras las figuras de los tótemes originales de otros pueblos están absorbidas complementariamente poco a poco en la imagen de nuestro dragón, de ahí que sus características se hayan enriquecido cada vez más, su figura se haya hecho más complicada y poderosa y su espíritu simbólico sea cada día más abundante.
Así el dragón chino se ha convertido gradualmente en un símbolo de la nación y elemento indispensable de la cultura nacional. Además, todos los hijos de esta tierra en el mundo se han denominado orgullosamente “sucesores del dragón chino” y reverencian a este dios de la manera más distinguida.