Él y ellos: Supervivientes o náufragos
Ahora estamos despedidos, tal como si quedemos sentenciados a pena capital. ¿Qué cosa mala hemos hecho? Wang Jianlin pregunta a sí mismo con frecuencia.
Al salir la política de despedida a los maestros extraplantilla, un cuadro de la comisión de educación del cantón solicitó opinión a Wang Jianlin, preguntándole si quería presentar una dimisión por iniciativa propia. Wang lo rechazó tajantemente y le contestó que podía seguir trabajando sin remuneración, “como un voluntario de la educación y no me quejaré hasta la muerte”.
En la aldea Xianglin a 10 kilómetros de la casa de Wang Jianlin vive su buen amigo Wang Yingbin, que trabaja de igual como maestro extraplantilla. Se conocieron en un foro sobre la enseñanza múltiple hace dos años y se hicieron íntimos amigos que se simpatizan uno del otro.
En el patio de la casa de Wang Yingbin está lleno de granos de maíz que dan al sol, pero no se nota ningún júbilo de la buena cosecha, pues su esposa padece de la esquizofrenia y pasa todo el día sentada en la cama. Para sustentar a la familia de cinco integrantes, Wang Yingbin debe ir al centro del cantón a trabajar después de las clases y revisar los deberes de casa de los alumnos en la noche.
En la charla mencionaron algunos maestros extraplantilla que presentaron solicitud de dimisión por iniciativa propia y se hicieron trabajadores en las ciudades, quienes reciben un ingreso diez veces superior el salario de la enseñanza. Wang Yingbin expresó que cuando se quedara sin remedio alguno, salir a trabajar puedría ser una salida. La charla se estancó en un silencio.
Al volver a casa, Wang Jianlin tuvo un talante muy pesado al revocar la anécdota de ser invitado a ir a Beijing.
Una organización de caridad invitó a varias decenas de maestros extraplantilla en las zonas rurales, incluido Wang Jianlin, para una capacitación concentrada en la capital con el fin de elevar la cualidad del contingente docente del oeste. En una reunión de intercambio, un abogado presente en calidad de invitado de honor, al enterarse de la presencia de maestros extraplantilla, preguntó sin reparar la sensibilidad a la parte patrocinadora: “¿Para qué sirve capacitarlos si pronto serán despedidos?” Esta pregunta desafió la dignidad de Wang Jianlin, quien privó el micrófono y respondió: “Puedes clasificar en diferentes clases a los maestros, pero son en pie de igualdad los niños, que necesitan la educación”. El deprimido Wang Jianlin llegó a la plaza Tian’anmen siguiendo a la corriente de gente, adivinando al retrato del presidente Mao, no podía contenerse las lágrimas.