Una semana después del sismo de 7,1 grados que sacudió Yushu en la provincia noroeste china de Qinghai, los budistas tibetanos que habitan el área reanudaron sus rituales religiosos de luto por las víctimas del sismo y oraron por los sobrevivientes.
Aproximadamente a tres kilómetros del pueblo de Gyegu en la prefectura autónoma tibetana de Yushu, el epicentro del temblor, los tibetanos caminaron lentamente en torno a un sitio religioso cantando textos sutra, cada uno lanzando una pieza de piedra tallada en un montículo de rocas apiladas.
El Montículo de Piedra Mani, originario de alrededor del año 1700, es el más grande de su tipo en el mundo, y resultó severamente dañado por el sismo que hizo que millones de piedras Mani cayeran y tres de las ocho pagodas colapsaron. En las otras cinco pagodas pueden observarse grietas.
El sitio, integrado por 2.000 millones de piezas de piedras Mani grabadas con escrituras referentes a la ley, cálculos del calendario, teorías de arte, textos sutra y tallados budistas, mide alrededor de 283 metros de largo, 74 metros de ancho y 2,5 metros de alto.
El número de budistas que lo visitan ha aumentado en días recientes, señaló Tenching Chosang, un tallador de piedras Mani que vende sus artesanías a los peregrinos que llegan al lugar. Fin