Han Yuzhu, de 76 años, todavía recuerda la pasión que sintió cuando el país le pidió al pueblo que produjera acero para la construcción de la nueva China.
Cuando se le dijo que se necesitaban más materias primas, Han de 25 años de edad, como muchos otros, corrió a su casa y recogió las ollas y las sartenes sobrantes de la cocina de su familia. Antes de partir hacia los hornos, la joven cogió una gran piedra y rompió el candado de cobre de la maleta familiar para llevarlo con sigo a la fundición.
"Yo no quería quedarme a la zaga de los demás en aquel entonces, y los demás hicieron lo mismo", recordó Han.
Fue en 1958 cuando el gobierno chino emitió una declaración que pedía "producir 10,7 millones de toneladas de acero para el Partido Comunista de China y el pueblo". La producción de acero del año anterior fue sólo de 3,35 millones de toneladas.
Los esfuerzos de Han, junto con los de millones de otros, ayudaron a cumplir con la meta de producción a finales de 1958.
Lo que Han no supo hasta más tarde fue que sólo ocho millones de toneladas, o el 75 por ciento del acero que fabricaron a toda prisa, tenía algún uso.
Esta fue una de las historias que tuvieron lugar en China durante la campaña del "Gran Salto Adelante" de 1958 a 1960. Además de la producción de acero, las otras metas del "salto" incluyeron el aumento de la producción de cereales en un 80 por ciento en 1958 respecto a la de 1957, de 195.000 millones de kilos a 350.000 millones de kilos, a lo que siguió otro aumento del 50 por ciento de la producción de 1959 frente a la 1958.
"Todo el mundo en ese momento estaba ansioso por alcanzar a los países desarrollados", dijo Xu Yongqi, ex gerente general del Grupo Shougang, con sede en Beijing, el octavo mayor fabricante de acero de China.
Mucho se perdió en la campaña de movilización del público para producir acero, y los expertos creen que causó pérdidas de alrededor de 20.000 millones de yuanes (2.930 millones de dólares), dijo Xu.
El "Gran Salto Adelante" fue corregido en 1961. Sin embargo, el crecimiento económico normal sólo duró cinco años, hasta el inicio de la Revolución Cultural en 1966.
Después de diez años de caos, fue en 1978 cuando China cambió el enfoque para la construcción de su economía, e introdujo las políticas de reforma y apertura.
El Grupo Corporativo Baosteel, hoy en día el mayor fabricante de acero de China, fue creado ese mismo año en Shanghai con 30.000 millones de yuanes (4.390 millones de dólares) de inversión, con el objetivo de producir acero de alta categoría, que cumpliera con los estándares internacionales.
La producción de acero de China, en el año en que la República Popular China fue fundada, en 1949, fue de menos de 160.000 toneladas, o lo que es lo mismo, menos de 300 gramos per cápita, cantidad que no es suficiente ni para fabricar un cuchillo de cocina.
La producción de acero de China ha sido líder en el mundo desde 1996. A finales de 2008, la producción de acero bruto se situó en 660 millones de toneladas, lo que trajo preocupaciones sobre el exceso de capacidad, teniendo en cuenta que la demanda interna era de menos de 500 millones de toneladas.
El rápido crecimiento económico ayudó a China a aliviar su pobreza, pero también causó problemas referentes a la contaminación, la diferencia entre los ricos y los pobres y los desequilibrios en el desarrollo regional.
Hu Angang, un economista de la Universidad de Qinghua, manifestó que China está experimentando desafíos sin precedentes en el consumo de energía, las actividades económicas y la protección medioambiental.
China presentó la concepción científica del desarrollo en octubre de 2003, y pasó de un modo de crecimiento centrado en el producto interior bruto (PIB), a otro modo centrado en el crecimiento coordinado y sostenible.
Desde la década de los 90 se ha hecho hincapié en eslóganes como "desarrollo sostenible", "economía de reciclaje", "protección medioambiental" y "ahorro de energía y reducción de emisiones".
El gobierno central perfeccionó el eslógan clave del crecimiento económico "desarrollo rápido y sano" cambiándolo por "un desarrollo sano y rápido" a finales de 2006, lo que reflejó que China empezaba a centrar sus esfuerzos más en la calidad que en la velocidad.
Zhang Yansheng, un investigador de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, máximo órgano de planificación económica de China, señaló que China comienza a prestar más atención a la calidad de la inversión extranjera, en vez de a la cantidad de la misma, tras haber quedado, durante muchos años, en el primer puesto del ranking entre los países en desarrollo en atraer inversión de este tipo. Fin