El primer Día de la Emancipación de los Siervos fue celebrado hoy a través de la Región Autónoma del Tíbet, mientras gente del resto de China expresaba sus buenos deseos a los tibetanos.
En la aldea Ngaqen, tibetanos completamente ataviados se reunieron en el club de la aldea para mirar por televisión la gran celebración llevada a cabo en la plaza frente al Palacio Potala, a unos 30 kilómetros de distancia en la sede de Lhasa.
Después de la ceremonia, los aldeanos ejecutaron danzas tibetanas tradicionales y celebraron un concurso de grupos que tiran de una cuerda desde extremos opuestos.
En la aldea Tashigang del distrito Dagze, más de mil personas disfrutaron de su propia fiesta.
En la prefectura Qamdo del este del Tíbet, lemas escritos en pancartas rojas saludando el Día de la Emancipación de los Siervos podían ser vistas en las carreteras principales, donde los vendedores en mercados de verduras esperaban a sus clientes, los monjes en los monasterios coreaban sutras y los vendedores callejeros buscaban hacer negocios. La vida era tan pacífica como en días ordinarios. En la plaza Tianjin, docenas de viandantes se detenían para admirar las actuaciones por la festividad.
En Beijing, el Día de la Emancipación de los Siervos se convirtió en el tema de actualidad entre los estudiantes de la Escuela Media Tíbet. Muchos estudiantes tararearon la vieja canción "Siervos liberados cantan de felicidad".
La celebración principal por el día festivo tuvo lugar en la plaza frente al Palacio Potala en Lhasa, la capital del Tíbet, a las 10 a.m.
La reunión fue presidida, tanto en tibetano como en mandarín, por Qiangba Puncog, presidente del gobierno regional del Tíbet, quien iba ataviado con una túnica tibetana tradicional. Al acto asistieron unas 13.280 personas.
El jefe del Partido Comunista del Tíbet Zhang Qingli fue el último en hablar.
"Sepultar la servidumbre feudal y liberar al millón de siervos en el Tíbet fue un acontecimiento natural en la historia... un hito en la campaña mundial para abolir la esclavitud, una señal de progreso en los derechos humanos", dijo.
"El Tíbet pertenece a China, no a unos cuantos separatistas o a las fuerzas internacionales contrarias a China. Cualquier conspiración que intente separar a la región de China está condenada al fracaso. El cielo en el Tíbet será siempre azul, y la bandera nacional ondeará muy alto", subrayó.
Gente en el exterior del Tíbet también expresó sus buenos deseos a los tibetanos.