Implementar la reforma democrática y anular el sistema teo- crático de servidumbre feudal constituían las demandas necesarias del progreso y desarrollo de la sociedad humana, además de una importante misión de la revolución democrática popular dirigida por el Partido Comunista de China y, más aún, la única salida para el desarrollo social del Tíbet y una apremiante aspiración del pueblo tibetano. En 1959, el Gobierno Popular Central efectuó la reforma democrática en el Tíbet, anulando el sistema de servidum- bre feudal extremadamente podrido y oscuro, coronando así con una gran transformación que marcó época en la historia del Tíbet y cambió, de manera radical, el destino del pueblo tibetano.
En 1949, tras las victorias decisivas en la Guerra de Liberación del Pueblo Chino, se proclamó la República Popular China. La ciudad de Beiping (actual Beijing), las provincias de Hunan, Yunnan, Xinjiang y Xikang hicieron realidad la liberación por la vía pacífica antes y después de ese momento. El Gobierno Popular Central, basándose en las circunstancias reales del Tíbet, decidió adoptar también el modo de liberación pacífica y en enero de 1950 avisó oficialmente a las autoridades locales tibetanas para que enviaran representantes a Beijing para negociar la liberación pacífica del Tíbet. En febrero de 1951, el Dalai Lama XIV nombró como primer representante plenipotenciario a Ngapo Ngawang Jigme, como representantes a Khemed Sonam Wangdu, Thubten Tagten, Thubten Lekmon y Sangpo Tenzin Dondrup, quienes se dirigieron a Beijing con poderes plenos para tratar los asuntos de negociación con el Gobierno Popular Central. El 23 de mayo de 1951, el Gobierno Popular Central y los representantes del gobierno local del Tíbet firmaron el Acuerdo de 17 Artículos acerca de la liberación pacífica del Tíbet. Así, el Tíbet hizo realidad la liberación pacífica que le permitió librarse del yugo de las fuerzas agresoras imperialistas, rompió con el encerramiento y estánca- miento de la sociedad tibetana que había perdurado por largo tiempo y creó las condiciones para la reforma democrática, el desa- rrollo y el progreso del Tíbet.
El Acuerdo de 17 Artículos se granjeó la conformidad y apoyo del pueblo de las diversas etnias del Tíbet. Del 26 al 29 de septiembre de 1951, el gobierno local del Tíbet celebró una asam- blea en que participaron todos los oficiales monacales y laicos y representantes de los tres grandes monasterios, discutieron espe- cialmente este Acuerdo y consideraron que el Acuerdo “es muy beneficioso para la gran causa del Dalai, el budismo, la política, la economía y otros aspectos del Tíbet, es incomparable y debe ser aplicado”. El Dalai Lama XIV dirigió un telegrama el 24 de octubre al presidente Mao Zedong. En el telegrama expresó “sobre la base de la amistad, los representantes de ambas partes firmaron el 23 de mayo de 1951 el Acuerdo sobre los Métodos de la Liberación Pacífica del Tíbet. El gobierno local del Tíbet y el pueblo monacal y laico de etnia tibetana lo apoyamos unáni- memente y, bajo la dirección del presidente Mao y el Gobierno Popular Central, ayudaremos con entusiasmo a las unidades del Ejército Popular de Liberación que entraron en el Tíbet para consolidar la defensa nacional, expulsar del Tíbet a las fuerzas imperialistas, salvaguardar la soberanía territorial y la unificación de la patria”. En 1954, el Dalai XIV y el Panchen X viajaron juntos a Beijing para participar en la I Asamblea Popular Nacional de la República Popular China y fueron elegidos como vicepresidente y miembro del Comité Permanente de la misma, respectivamente. El Dalai Lama XIV hizo uso de la palabra en la reunión, afirmando plenamente los éxitos logrados en los tres años de aplicación del Acuerdo de 17 Artículos y exteriorizando un entusiástico respaldo a los principios y reglamentaciones acerca de la autonomía regional étnica. El 22 de abril de 1956, el Dalai Lama XIV tomó posesión del cargo de presidente del Comité Preparatorio de la Región Autónoma del Tíbet. En la reunión de fundación del Comité Preparatorio pronunció un discurso reafirmando que el Acuerdo de 17 Artículos permitía al pueblo tibetano “disfrutar a plenitud de todos los derechos de igualdad étnica y comenzar a emprender un brillante camino de libertad y felicidad”.
Reformar el sistema social del Tíbet era el significado de la aplicación del Acuerdo de 17 Artículos. El artículo 11 del Acuerdo establece con claridad que “en lo referente a los asuntos sobre la reforma en los diversos campos, la dirección central no obliga a su ejecución; el gobierno local del Tíbet debe tomar la iniciativa para efectuar la reforma y cuando el pueblo plantee la demanda de hacer la reforma es necesario adoptar métodos de consulta con los dirigentes tibetanos para buscar una solución”. Luego de la libera- ción pacífica del Tíbet, el clamor del pueblo tibetano de demandar la reforma fue en ascenso diario. Numerosas personalidades sensatas de capa media y superior del Tíbet también llegaron a comprender que sin reformar el viejo sistema, la etnia tibetana no tendría posibilidad alguna de prosperar y florecer. No obstante, teniendo en consideración la historia y las especiales circunstancias reales, el Gobierno Popular Central tomó una actitud muy prudente y una política muy tolerante para con la reforma del sistema social del Tíbet, persuadiendo y esperando con mucha paciencia a que el grupo gobernante de la capa superior local del Tíbet tomara la iniciativa para efectuar la reforma y les dio suficiente tiempo para ello. En 1956, el Gobierno Popular Central, basándose en la realidad del Tíbet, emitió una resolución de “no reformar en seis años”, en espera de que la capa superior del Tíbet adquiriera con- ciencia. En enero de 1957, durante su visita a la India, el entonces primer ministro del Consejo de Estado chino, Zhou Enlai, pasó al Dalai, al Panchen y a los principales funcionarios del gobierno local del Tíbet, dentro de su comitiva, una carta del presidente Mao, transmitiendo las resoluciones de la dirección central, enfatizando la no reforma en seis años; el realizar o no la reforma luego de seis años, continuaría siendo una decisión del Tíbet basándose en las circunstancias y condiciones de entonces. El 27 de febrero de 1957, en su tratado Acerca del problema del tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo, Mao Zedong indicó con mayor claridad: “A tenor del Acuerdo de 17 Artículos, concertado entre el Gobierno Popular Central y el gobierno local del Tíbet, el régimen social debe ser reformado; pero el plazo de implantación de las reformas será decidido cuando la gran mayoría del pueblo tibetano y sus personalidades dirigentes lo consideran factible. Sobre este particular no puede haber prisas. Por ahora, se ha toma- do la decisión de no implantar reformas durante el Segundo Plan Quinquenal (1958-1962). La cuestión de si éstas serán introducidas durante el Tercer Plan Quinquenal (1963-1967) será decidida a la luz de la situación entonces existente.” Se puede decir que el Gobierno Popular Central actuó con la mayor magnanimidad para con el grupo dominante de capa superior del Tíbet e hizo las mayo- res concesiones.
Sin embargo, algunos elementos del grupo dominante de capa superior del Tíbet, para proteger los intereses y privilegios conseguidos por la clase de propietarios de siervos, se opusieron tajantemente a la reforma intentando mantener para siempre el sistema de servidumbre feudal. Además, violando y saboteando intencionadamente el Acuerdo de 17 Artículos, intensificaron los esfuerzos por tramar una serie de actividades encaminadas a escin- dir la patria, llegando a desencadenar rebeliones armadas. Entre marzo y abril de 1952, los sitsap (regentes interinos) Lukhangwa y Lozang Tashi del gobierno local del Tíbet apoyaron a oscuras a la “asamblea popular”, organización ilegal, para provocar disturbios en Lhasa, oponiéndose abiertamente al Acuerdo de 17 Artículos y exigiendo al Ejército Popular de Liberación “retirarse del Tíbet”. En mayo de 1955, el Dalai Lama XIV pasó por la provincia de Sichuan durante su viaje del interior del país al Tíbet; Surkhang, kalon del gobierno local del Tíbet, y Chijiang, maestro adjunto de sutras del Dalai, ambos miembros de la comitiva del Dalai, so pretexto de actividades budistas, siguieron por separado la ruta septentrional y pasaron por Garzê y Derge, y la ruta del sur, por Qangchêng y Litang; a lo largo del recorrido se entrevistaron con los tusi (caci- que) y administradores de monasterios, instigando a fuerzas arma- das para oponer resistencia a la reforma democrática. Ngalekcho, dirigente de la “asamblea popular” del Tíbet, por su parte, con el pretexto de ir a recibir al Dalai que regresaba al Tíbet, viajó junto con cuatro personas especialmente a Yaan, Kangding y otros lugares de la provincia de Xikang y, en coordinación con Chijiang y el administrador del monasterio Litang, cabecillas reaccionarios y espías del Kuomintang durante largo tiempo escondidos en el monasterio Litang, juraron con sangre la alianza para organizar y planear la rebelión armada. En 1957, Lozang Samten (tercer herma- no mayor del Dalai) incitó a Chimed Gongpo, cabecilla de Jomda Dzong de Chamdo, para que, según la “orden del Dalai”, reuniera fuerzas armadas rebeldes para desatar una rebelión armada parcial. En mayo de 1957, con el apoyo de los kalon Neushar Thubten Dagpa y Shankha Gyumey Dorje del gobierno local del Tíbet, se fundó la organización rebelde “cuatro ríos y seis montes”. Más tarde se fundaron la fuerzas armadas “ejército protector de la religión”, formulando abiertamente consignas de “independencia del Tíbet” y oposición a la reforma. Las actividades de rebelión se hicieron cada vez más graves. Los elementos de rebelión armados merodearon por Chamdo, Dênqên, Nagchu, Shannan y otros luga- res, saboteando líneas de transporte, atacaron por sorpresa a órganos y unidades del Ejército Popular de Liberación acantonados en estos sitios, efectuaron saqueos, asesinaron a cuadros dirigentes y cometieron un sinnúmero de violaciones.
Ante esa situación, el Gobierno Popular Central exigió severa- mente al gobierno local del Tíbet la responsabilidad necesaria para castigar a los elementos rebeldes y salvaguardar la seguridad social. No obstante, la camarilla reaccionaria de capa superior del Tíbet evaluó erróneamente la situación, consideró débil y fácil de humillar a la dirección central en su espera paciente y tolerancia y llegó a declarar que “en los últimos nueve años, los han no se atre- vieron ni a mover nuestro más bello y sagrado sistema; si los golpe- amos, no tendrán más opción que protegerse de nuestros ataques pues carecen de fuerzas para contraatacar; con tal de que trasla- demos gran cantidad de armas de otros lugares y efectuemos golpes, los han sin duda huirán; de lo contrario, obligaremos al buda Dalai para ir hacia Shannan donde juntando fuerzas realizaremos contra- ataques y conquistaremos Lhasa; si eso no funciona finalmente, escaparemos a la India”.
Apoyada por fuerzas extranjeras antichinas, el 10 de marzo de 1959, la camarilla reaccionaria de capa superior del Tíbet incitó en Lhasa una rebelión armada general esmeradamente planeada. El 7 de febrero, el Dalai Lama XIV planteó a Deng Shaodong, subco- mandante de la zona militar del Tíbet, y otros jefes militares que “he oído decir que son muy buenos los programas escenaficados por el Conjunto de Trabajo Cultural de la Zona Militar del Tíbet luego de regresar del aprendizaje en el interior del país, por lo que desearía presenciar el espectáculo. Por favor arréglenlo”. Deng Shaodong y otros jefes militares aceptaron la petición y solicitaron al Dalai definir la fecha y el lugar para la actuación, a la vez que transmitieron el deseo del Dalai a Surkhang y otros kalon del gobierno local del Tíbet y a Phalha Thubten Oden, subjefe oficial al servicio del Dalai, y otras personalidades. El 8 de marzo el Dalai informó que el 10 de marzo a las tres de la tarde presenciaría el espectáculo en el salón de actos de la zona militar del Tíbet. El 9 de marzo por la noche, el mipon de Lhasa (oficial encargado de controlar la seguridad del viejo casco urbano de Lhasa, equivalente al actual director del Buró de Seguridad de Chengguan de Lhasa) comenzó a circular entre la población el rumor de que el Dalai Lama iría al día siguiente a la zona militar para un banquete y presenciar un espectáculo teatral, donde los han tenían preparado un avión para llevarle a Beijing. Pidió además a cada familia enviar miembros a Norbulingka, domicilio del Dalai Lama, para pedir que el Dalai no fuese a la zona militar a presenciar el espectáculo teatral. A la mañana siguiente, los elementos rebeldes coaccionaron a más de 2.000 personas para que se dirigieran a Norbulingka, difun- dieron la calumniosa idea de que “en la zona militar asesinará al Dalai Lama con veneno”, y gritaron consignas de “independencia del Tíbet” y “expulsar a los han”. Ellos hirieron a golpes a Sangpo Tsewang Rigzin, kalon saliente del gobierno local del Tíbet y por entonces con cargo de subcomandante de la zona militar del Tíbet, asesinaron a pedradas a Khenchung Phagpalha Sonam Gyatso, personaje progresista patriótico y miembro del Comité Preparatorio de la Región Autónoma del Tíbet, cuyo cadáver amarraron a la cola de un caballo y arrastraron hasta el centro de la ciudad. Luego, los cabecillas de la rebelión convocaron la llamada “asamblea popular”, “conferencia popular del estado independiente del Tíbet”, destrozando abiertamente el Acuerdo de 17 Artículos, declarando la “independencia del Tíbet” e iniciando de modo general la rebelión armada.
Aunque Norbulingka estaba bajo el control de los elementos rebeldes y la comunicación con el Dalai Lama era muy difícil, Tan Guansan, representante interino de la dirección central acreditado en el Tíbet, remitió, a través de personalidades patrióticas, tres cartas al Dalai Lama los días 10, 11 y 15 de marzo, por ese orden. En las misivas, Tan Guansan manifestó la comprensión sobre la situación en que se encontraba el Dalai Lama, se preocupó por su seguridad y advirtió de las frenéticas provocaciones militares lideradas por los rebeldes, exigiendo al gobierno local del Tíbet enfrentarlas inmediatamente. El Dalai Lama respondió con otras tres cartas a Tan Guansan, los días 11, 12 y 16 de marzo. En ellas decía: “Los malhechores reaccionarios llevan a cabo actividades que a mí me perjudican so pretexto de proteger mi seguridad, lo que me entristece y deja melancólico… intento solucionar dentro de lo posible el grave incidente que en nombre de la protección de mi seguridad crean, dificultando así las relaciones entre la dirección central y la localidad”. En la misiva del 16 manifestó que ya había impartido “educación” y “censura” a los funcionarios del gobierno local y, además, expresó que días después posiblemente iría a la zona militar. Pero el 17 de marzo por la noche, el Dalai Lama y los kalon Surkhang, Neushar, Shasur y otros cabecillas rebeldes escaparon de Lhasa hacia Shannan, “base de apoyo” de las fuerzas armadas rebeldes. Luego de fracasar en la rebelión huyeron a la India.
Después de que el Dalai Lama abandonara Lhasa, los elemen- tos rebeldes reunieron a unas 7.000 personas para efectuar ataques generales. En la madrugada del 20 de marzo atacaron los órganos del Partido, así como las sedes gubernamentales y militares en Lhasa. Las unidades del Ejército Popular de Liberación acanto- nadas en Lhasa, bajo circunstancias intolerables e imposibles de ceder, contraatacaron a las 10 de la mañana de ese mismo día según las órdenes recibidas. Con el apoyo del pueblo de las diversas etnias del Tíbet, estas unidades, integradas por mil efectivos sola- mente, lograron, en sólo dos días, eliminar a las fuerzas armadas rebeldes agrupadas en la zona de Lhasa, apaciguando la rebelión en la ciudad, para más tarde acabar con los restantes focos rebeldes en otros lugares del Tíbet.
Tal como señalara el presidente Mao Zedong: “El Dalai Lama comenzó su ardid de rebelión en 1955 cuando regresaba de Beijing. A principios de 1957, volvió de la India e hizo preparativos y planes durante dos años hasta 1958”. Luego de huir a la India en 1959, el Dalai Lama XIV y su camarilla política tuvieron la desfachatez de crear un llamado “gobierno del Tíbet en el exilio”, declarar abiertamente la “independencia del Tíbet”, organizar de nuevo las fuerzas armadas rebeldes, realizar durante años pertur- baciones y ataques militares en la frontera china, dedicarse en la arena internacional a las actividades antichinas durante largo tiempo, instigar en el Tíbet y otras zonas de etnia tibetana varios incidentes graves, alejándose cada vez más en el camino de escindir la patria.
La rebelión armada acontecida en el Tíbet tuvo el apoyo de las fuerzas extranjeras antichinas desde el mismo comienzo. Según el reporte de un medio de comunicación occidental fechado el 26 de enero de 1971, en febrero de 1957, la agencia de inteligencia de cierto país entrenó a rebeldes miembros de “cuatro ríos y seis montañas” en una isla del Pacífico. De 1956 a 1957, esa agencia seleccionó a más de 170 elementos rebeldes para recibir capacita- ción en la “base de adiestramiento de guerrilleros gampa” ubicada en ese país. Varios centenares de tibetanos, luego de ser entrenados, fueron enviados por aire al Tíbet, llevando ametralladoras ligeras, una cajita de oro al cuello en que se guardaba la foto del Dalai. Esa agencia de inteligencia adiestró a un total de 2.000 guerrilleros tibetanos. En julio de 1958 y febrero de 1959, la misma agencia de inteligencia envió armas por aire para las fuerzas armadas rebeldes de “cuatro ríos y seis montañas”, incluyendo 403 fusiles, 20 ametralladoras ligeras, 60 cajas de granadas y varios sacos de rupias hindúes. En noviembre de 1958, la referida agencia de inteligencia transportó 226 cargas de armas y equipos militares para las fuerzas rebeldes en Shannan a través de la zona ocupada por la India al sur de la llamada “línea McMahong”. En enero del año siguiente envió otras 40 cargas de materiales pasando por Nepal y vía Shekar para las fuerzas armadas rebeldes de Shannan. Esa agencia de inteligencia realizó en más de 30 ocasiones lanza- mientos aéreos para las fuerzas armadas rebeldes en la zona Kham, arrojando 250 toneladas de materiales, incluidos cerca de 10.000 fusiles M-1, metralletas y otras armas, así como cañones sin retro- ceso modelo 57 y ametralladoras antiaéreas livianas. Conforme a un artículo publicado el 16 de agosto de 1999 por otro medio de comunicación occidental, de 1957 a 1960, cierto país occidental lanzó por avión más de 400 toneladas de mercancías para las guerrillas tibetanas. Ese país “invierte anualmente la elevada suma de 1.700.000 dólares estadounidenses para las acciones en el Tíbet”.
Cuando el Dalai escapaba, dicha agencia de inteligencia preparó un avión para lanzar mercancías a lo largo del camino, manteniendo contactos mediante telegramas con las fuerzas armadas rebeldes y las estaciones de información cercanas y marcando el curso total de la huida. Un medio de comunicación de Hong Kong reportó el 11 de febrero de 1974 que: conforme al personal participante en esta acción, la salida del Dalai Lama de su capital fue instigada por cierta agencia de información occidental. Los aviones de espionaje de ese país se adentraron varios centenares de millas en el Tíbet, realizando la protección aérea de la camarilla del Dalai, lanzando alimentos, mapas, radiorreceptores y dinero, además de ametrallar posiciones de China, y filmando esa acción.
En vista de que la camarilla dominante reaccionaria de capa superior del Tíbet había emprendido por completo el camino de la traición a la patria, el 28 de marzo de 1959, el primer ministro Zhou Enlai promulgó una orden del Consejo de Estado, en que se disolvía el gobierno local del Tíbet, dirección que asumía el Comité Preparatorio de la Región Autónoma del Tíbet, mientras que el Panchen Erdeni X asumía el cargo de presidente interino del referido comité. En tanto, el Gobierno Popular Central planteó la política de “apaciguar la rebelión y efectuar la reforma al mismo tiempo”, dirigiendo al pueblo tibetano para levantar un impetuoso movimiento por la reforma democrática, la cual arruinó radical- mente el sistema teocrático de servidumbre feudal e hizo realidad el derecho del millón de siervos y esclavos a ser dueños de su propio destino, algo que deseaban vehementemente.
–Anular la opresión y explotación ejercidas por el sistema de servidumbre feudal y emancipar al millón de siervos y esclavos. En 1959, luego de que el Gobierno Popular Central dio la orden de apaciguar la rebelión, se procedió seguidamente a disolver el poder de Karsha que había oprimido al pueblo tibetano durante varios centenares de años, así como el ejército, la tribuna y las cárceles que le pertenecían a éste, eliminar los códigos de leyes del viejo Tíbet y sus torturas bárbaras y crueles. Luego se desplegó, de modo planificado y gradual, el movimiento de “tres luchas y dos reducciones” consistente en la lucha contra la rebelión, el régimen de servicios obligatorios y la esclavitud, y la reducción de arriendos e intereses en las zonas agrícolas; el movimiento de “tres luchas y dos beneficios”, a saber, lucha contra la rebelión, los servicios obligatorios y la servidumbre, y beneficios a los pastores y los dueños de las granjas ganaderas, en las zonas pastorales; el movimiento de “tres luchas y tres cálculos”, que consistía en la lucha contra la rebelión, los privilegios feudales y la explotación feudal, y el cálculo de las cuentas de la opresión política, de las cuentas de la opresión por rangos y las cuentas de la explotación económica, en los monasterios; el movimiento de “cuatro luchas y dos reducciones”, lucha contra la rebelión, el sistema feudal, la explotación feudal y los privilegios feudales, y reducción de arrien- dos y de intereses, en las ciudades y poblados. Se realizó la reforma democrática por etapas y por grupos en las zonas fronterizas, anulando radicalmente las relaciones de dependencia física de los siervos y esclavos respecto a los propietarios de siervos, eliminando el sistema feudal, la explotación feudal y los privilegios feudales y erradicando los servicios obligatorios y las deudas usureras.
El millón de siervos y esclavos del Tíbet lograron la emancipación y se hicieron dueños del Estado y del Tíbet. Su seguridad de vida y libertad personal recibieron el amparo de la Constitución y otras leyes de la República Popular China. Ellos dejaron de sufrir la opresión política de los propietarios de siervos, los trabajos forzados y los tratos inhumanos, dejaron de sufrir los pesados impuestos y la explotación de usura. Nyima Tsering, elegido como presidente de la primera Asociación de Campesinos del Tíbet durante la reforma democrática, había sido siervo de Surkhang Wangchen Gelek, kalon del gobierno local del Tíbet, quien decía: “Nyima Tsering es mi propiedad. Si quiero hacer de él una masa para guardar en mi bolsillo, lo hago a mi antojo. Cuando deseo hacer de él un cinto, también puedo”. Luego de la reforma democrática, Nyima Tsering dijo: “Ahora la ley ampara mi libertad personal, dejo de ser propiedad privada de nadie y vivo con luz en el corazón”. Tsering Lhamo había sido durante más de 30 años siervo, y en 1959, luego de la reforma democrática, organizó en el cantón de Gyêrba, distrito Nêdong, zona de Shannan, el primer “grupo de ayuda mutua de los nangsan”, y más tarde asumió el cargo de vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular de la Región Autónoma del Tíbet.
–Realizar la reforma agraria, anular el sistema feudal de propiedad de tierra de los propietarios de siervos, permitiendo a los siervos y esclavos ser dueños de la tierra. El 21 de septiem- bre de 1959, el Comité Preparatorio de la Región Autónoma del Tíbet aprobó una “Resolución acerca de la anulación del sistema feudal de propiedad de la tierra de los propietarios de siervos y el ejercicio del sistema de propiedad de tierra de los campesinos”, decidiendo confiscar todas las tierras y demás medios de produc- ción de aquellos propietarios participantes en la rebelión para distribuirlos entre los siervos y esclavos; en cuanto a la tierra y demás medios de producción de los propietarios que no habían participado en la rebelión, el Estado ofreció dinero para redimirlos para luego distribuirlos entre los siervos y esclavos. Conforme a datos estadísticos, durante la reforma democrática, el Estado pagó en total más de 45 millones de yuanes para redimir 60.000 hec- táreas de tierra y más de 820.000 cabezas de ganado a las más de 1.300 familias de propietarios de siervos y agentes que no habían participado en la rebelión. En total se confiscaron y redimieron unas 190.000 hectáreas de tierra que se distribuyeron entre 200.000 familias con 800.000 siervos y esclavos. Así, los siervos y esclavos recibieron 0,23 hectáreas de tierra per cápita. Los trabajadores, esclavizados de generación en generación, pudieron andar de juerga noches enteras con los pies firmemente puestos en la tierra que a ellos pertenecía y gritaban con regocijo: “El sol del Dalai iluminaba a los aristócratas. El sol del presidente Mao nos ilumina a nosotros, los pobres. Ahora el sol del Dalai se ha ido montaña abajo y el sol del presidente Mao se ha elevado”.
El millón de siervos y esclavos del Tíbet fueron, por primera vez, dueños de la tierra y otros medios de producción, mostraron un entusiasmo sin precedentes por la producción y por la vida y cambiaron con rapidez la fisonomía social y las condiciones de vida del Tíbet. Según estadísticas, en 1960, año en que se culminó básicamente la reforma agraria, la producción global de cereales del Tíbet aumentó un 12,6% respecto a 1959 y un 17,5% en comparación con 1958, etapa anterior a la reforma agraria. El número de cabezas de ganado en pie se incrementó un 10% en 1960 respecto a 1959. Durante la reforma democrática surgieron, en el Tíbet, la primera cooperativa de compraventa, la primera cooperativa de crédito rural, la primera escuela primaria de administración extragubernamental, la primera escuela nocturna, el primer curso de alfabetización, el primer grupo de proyección de películas y el primer organismo de tratamiento médico y sanidad del Tíbet. A finales de 1959, el casco urbano de Lhasa tenía fundados 28 comités de vecinos, había dado trabajo a más de 8.700 vagabundos y mendigos, socorrido a más de 8.500 habitantes pobres con dificultades para la vida y brindado asilo a más de 120 solteros, viejos, enfermos e inválidos. En 1960 se concluyó la central hidroeléctrica de Ngaqên y empezó a generar electricidad, permitiendo a los habitantes comunes de Lhasa usar lámparas eléctricas por primera vez. Entre 1959 y 1960, el Tíbet construyó varias decenas de fábricas pequeñas modernas, preparó a más de 20.000 obreros de etnia tibetana; las carreteras alcanzaron al 90% de las cabeceras de distrito, totalizando una longitud superior a los 12.500 kilómetros.
–Anular el sistema teocrático y practicar la separación entre lo político y lo religioso y la libertad de creencia religiosa. En la reforma democrática se confiscaron todas las tierras, animales de labranza y otros medios de producción de los monasterios participantes en la rebelión y se practicó la política de rescate para con los medios de producción de los monasterios que no habían participado en la rebelión. En el curso de la reforma democrática, por un lado, se dieron órdenes claras para proteger la libertad de creencia religiosa y a los monasterios patrióticos y defensores de la ley, preservando la libertad de los habitantes de hacerse monjes y la de los monjes de pasar a la vida laica, protegiendo las actividades religiosas normales sin que fueran objeto de intervenciones y velando por la conservación de los monasterios con significado histórico y objetos de valor cultural y vestigios antiguos; por otro lado, se llevó a cabo la orientación consistente en “la unificación política, libertad de creencia religiosa y separación entre lo político y lo religioso”, anulando todos los privilegios feudales económicos y políticos de los monasterios, aboliendo la ocupación feudal, explotación feudal, esclavitud física de los monasterios y el sistema de administración y categoría feudales del seno de los monasterios, asegurando la igualdad política de todas las sectas religiosas; con los fondos y bienes públicos de los monasterios se practicaba la administración democrática para ser utilizados como fondos de producción y sustento de la vida de los monjes y las actividades religiosas normales dentro de los monasterios; los monjes de ambos sexos de los monasterios recibían tierras conforme a su estado de fuerza laboral, el comité administrativo del monasterio ejercía la administración unificada y organizaba la producción; cuando los ingresos del monasterio no eran suficientes para cubrir los gastos normales, el gobierno proporcionaba subsidios. A través de la reforma democrática, todos los monasterios del Tíbet eligieron un comité de administración, practicando la administración democrá- tica. La reforma democrática limpió las manchas que el sistema de servidumbre feudal impuso a la religión, permitiendo que ésta recuperara su autenticidad y garantizando eficazmente la libertad de creencia religiosa del pueblo tibetano, sentando las bases para la aplicación del sistema político de democracia popular.
–Fundar el poder democrático popular y garantizar al pueblo el ejercicio del derecho de ser dueño de su destino. Luego de anulado el sistema de servidumbre feudal, el emancipado pueblo de las diversas etnias del Tíbet fundó el poder democrático popular. A finales de 1960 se habían fundado 1.009 poderes populares a nivel de cantón, 283 a nivel de territorio, 78 a nivel de distrito (incluido territorio de nivel de distrito) y ocho a nivel de prefectura (municipio). El número de cuadros dirigentes de etnia tibetana y otras minorías étnicas superó los 10.000. A nivel de cantón todos eran de la etnia tibetana, a nivel de territorio más del 90%, mientras que más de 300 cuadros de etnia tibetana asumieron cargos dirigentes de nivel de distrito o superior. Más de 4.400 siervos y esclavos emancipados se convirtieron en cuadros dirigentes de base. En 1961, los diversos lugares del Tíbet iniciaron las elecciones generales. Los antaño siervos y esclavos tuvieron por primera vez en sus vidas el derecho a ser dueños de su propio destino. El millón de siervos y esclavos emancipados, vestidos como para ir a una fiesta, con hadas en sus manos, participaron con gran efervescencia en la votación, ejerciendo con enorme entusias- mo político y espíritu de alta responsabilidad su derecho democrá- tico y eligiendo los órganos de poder y gobiernos a los diversos niveles de base. En agosto de 1965 concluyó el trabajo de elección en los cantones y distritos del Tíbet; 1.359 cantones y poblados efectuaron elecciones de base, 567 cantones y poblados convocaron conferencias de representantes populares; alrededor del 92% de las zonas tibetanas fundaron poderes populares de cantón con siervos y esclavos emancipados como principales componentes; 54 distritos convocaron la primera conferencia de representantes populares, eligiendo alcalde y alcalde adjunto de distrito y fundando el comité popular de distrito. En septiembre de 1965 se celebró exitosamente la Primera Asamblea Popular de la Región Autónoma del Tíbet, con lo cual se proclamó oficialmente la Región Autónoma del Tíbet. Del total de 301 diputados ante esta Asamblea Popular, los de etnia tibetana y otras minorías étnicas representaron más del 80%; las personalidades patrióticas y las del sector religioso de capa superior, más del 11%. Los diputados, en su mayoría absoluta, eran siervos y esclavos emancipados. El establecimiento del poder democrático popular proporcionó una fuerte garantía al pueblo tibetano en el ejercicio del derecho a ser dueño de su propio destino.
A través de la impetuosa reforma democrática, en unos pocos años, se eliminó el sistema de servidumbre feudal que se había prolongado por varios siglos, se eliminaron los males legados por la vieja sociedad, el millón de siervos y esclavos obtuvo la libertad política, económica y social, permitiendo a la sociedad del Tíbet mostrar una fisonomía completamente nueva y el surgir de una nueva era para el desarrollo tibetano. Este fue un importante cambio en la historia del progreso social y el desarrollo de los derechos humanos en el Tíbet, un punto de partida completamente nuevo para el desarrollo de la sociedad tibetana a modo de quema de etapas.