| spanish.china.org.cn | 12. 12. 2025 | Editor:Eva Yu | ![]() |
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Código ecológico en la meseta nevada: reubicación sinónimo de vida feliz y en armonía con la naturaleza
Yutso, de 4 años, juega con un ternero de yak en el patio de su casa en el distrito de Zhidoi, provincia de Qinghai, al noroeste de China, octubre de 2025. Li Hao/GT
El periplo de una familia
El ternero de yak, ahora bien alimentado, se calma al sol.
Nació este año en los pastizales de Sokya, a 4700 metros de altura. Debido a su debilidad, la familia lo llevó al pueblo para cuidarlo mejor. La nieta entra en la casa y coge una naranja de un plato para dársela a su abuelo. Purung la acepta, y su rostro se ilumina con una sonrisa que refleja satisfacción con su vida actual.
En 2007, todos se mudaron de la aldea de Yaqu a la nueva comunidad situada en el extremo oriental de Zhidoi. En ese momento, poseían más de 500 ovejas y más de 100 yaks. Para el traslado, vendió la mayor parte de su ganado y solo quedaron unas pocas docenas de yaks, además sus pastizales se redujeron entre un 50 y un 60 %. «Dejar el pastoreo y devolver las praderas es una política nacional, y todos la seguimos», afirma.
Ahora, los 7 miembros de la familia disfrutan de una vida estable. Sus dos hijos siguen trabajando en los pastos de su pueblo natal. Uno de ellos es guardabosques en el marco del programa piloto del parque nacional, y se encarga de patrullar y documentar las variaciones en la fauna y las fuentes de agua, con ingresos de 21 600 yuanes al año. Los mayores y los pequeños reciben subsidios anuales de 5600 yuanes cada uno, además de pagos adicionales para combustible durante el invierno.
Purung cuenta que, en el pasado, la vida en los pastizales suponía dificultades para acceder a la educación y la salud. Ahora, ambos servicios han mejorado mucho y su propiedad ha pasado de más de 60 metros cuadrados a más de 100, totalmente equipada con comodidades modernas. Los muebles son los mismos tradicionales tibetanos, pero comparten espacio con un televisor, un refrigerador y otros electrodomésticos.
Su comunidad alberga ahora a más de 200 hogares de pastores.
Para Purung, los cambios de la última década se pueden resumir en una palabra: «satisfacción». Su único deseo ahora es que su hija, recién graduada, «encuentre rápidamente un trabajo en la ciudad».
Nuevas funciones en el desarrollo ecológico
Desde el patio de Purung, mirando hacia el oeste, se llega a la carretera que conduce a Hoh Xil, en el corazón de Sanjiangyuan. Muchas personas tomaron esta vía para ir a la ciudad. Para los pastores, abandonar el lugar no significaba decir adiós a las praderas, sino el comienzo de una nueva forma de protegerlas.
Changpa, de 30 años, es un guardabosque de Sokya. Vestido con una chaqueta azul marino del Parque Nacional de Sanjiangyuan todo el año, viaja entre la capital distrital y los pastizales para monitorear los cambios ecológicos, como la degradación y la contaminación del agua. El trayecto, que ahora dura 3 horas en coche, solía ser de entre 5 y 6 días a pie en su infancia.
«Mi familia y algunos parientes se han mudado a la capital distrital. Todos sienten que las políticas están mejorando y que la vida es cada vez más cómoda», relata Xiangba. Tras graduarse en la universidad, decidió regresar a su lugar de origen para dedicarse a la protección ecológica. «Espero que mis hijos también puedan ver las praderas en todo su esplendor».
Su historia es un microcosmos del gran sistema de gobernanza ecológica de Sanjiangyuan. Para reforzar el rol principal de los pastores en la protección ecológica, el programa piloto del parque nacional estableció el modelo «un puesto por hogar» para el empleo de guardabosques de beneficio público.
Más de 17 000 pastores dejaron el oficio para convertirse en guardianes ecológicos, y cada uno de ellos gana 21 600 yuanes más al año.
La reubicación ecológica no solo ha aliviado el exceso de capacidad de los pastizales, sino que también ha creado oportunidades de desarrollo para los pastores. Citando un plan del Consejo de Estado mencionado en la revista Ethno-National Studies, más de 55 000 de ellos se reubicaron en las primeras etapas del plan, gracias a un modelo de «orientación gubernamental y voluntariado de los pastores». Este acuerdo institucional les ayudó a pasar de un estilo de vida nómada a la cría de ganado en corrales y a la participación en industrias secundaria y terciaria.
En la aldea de Moqu, una cooperativa dedicada a la ganadería ecológica transformó el patrón tradicional familiar en una operación accionaria. Los pastores aportan su ganado como acciones y reciben dividendos o salarios por su labor.














