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spanish.china.org.cn | 21. 11. 2016 | Editor: Lety Du | [A A A] |
Por Jorge Fernández
El mundo pone hoy sus ojos en Perú no solo por ser anfitrión de los jefes de estado más influyentes de la región Asia-Pacífico, sino por los esquemas estructurales que esta nación andina está construyendo con China. En un entorno internacional en el que el fantasma del proteccionismo adopta mecanismos cada vez más refinados, la fuerza de la relación chino-peruana será clave para impulsar un proceso de integración comercial abierto e inclusivo a ambos lados del pacífico, un rumbo anhelado tanto por China como por América Latina.
Eje de esa fuerza es el intercambio de visitas entre mandatarios de Perú y China, de las cuales la entrevista mantenida entre el recién electo presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, y el presidente de China, Xi Jinping, en septiembre pasado, marcó un nuevo momento en la relación chino-peruana. De una amplia gama de naciones, el mandatario peruano eligió a China como su primera visita al extranjero, una carta que reveló al mundo la importancia estratégica que Perú concede al gigante asiático. Perú mira en China no solo una variable en la definición de una ecuación orientada a su propia transformación estructural, sino al socio de una relación integral que apunta a influir en el escenario internacional.
China ha descodificado las señales enviadas por el presidente Kuczynski y hoy la visita de estado que el presidente de China, Xi Jinping, hace al Perú, anuncia al mundo la convicción de dos pueblos para trabajar conjuntamente para el desarrollo de una nueva relación, una nunca antes vista en la historia de un país latinoamericano. En medio de una incierta recuperación económica mundial y ante las amenazas proteccionistas planteadas por el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, Xi Jinping y Pedro Pablo Kuczynski cierran filas para la construcción de una nueva era en la historia del libre comercio, una con principios que descansen verdadera y honestamente sobre relaciones inclusivas y no en la humillante selectividad.
Llegar a un nivel de compenetración como el de las relaciones chino-peruanas no nace de las visitas en un lapso de dos meses entre dos jefes de estado. Por el contrario, es la consecuencia de 45 años de construcción conjunta entre dos pueblos. Sin importar las barreras físicas o culturales, el pueblo peruano y el chino cuentan hoy con una de las relaciones bilaterales más sólidas en América Latina: la fusión de la cultura china en el Perú, junto con el trabajo esmerado de figuras políticas, militantes de partidos políticos y organizaciones no gubernamentales, han permitido en su conjunto que China y Perú no solo hayan colocado su relación bilateral al nivel de Asociación Estratégica Integral sino que también hayan rubricado un Tratado de Libre Comercio Integral, el único de los tratados latinoamericanos con China que permite el flujo de bienes, inversiones y servicios.
Pese a ser una relación ejemplar, modelo a seguir para otros estados que buscan la materialización de un beneficio compartido entre iguales, esta no ha llegado a la cúspide de su potencialidad. Por el contrario, la relación chino-peruana anuncia al mundo que tras llegar a este nivel íntimo de compenetración, lo importante no es solo mantener la intensidad del momento sino que, además, hay que seguir inyectándole dinamismo e innovación. Por ello, si ambas naciones bajo un esquema de igualdad buscan romper el esquema importador-exportador que los ha caracterizado, entonces hoy más que nunca China y Perú necesitan formular las metas y los principios de un capítulo que está por escribirse.
Y es ahí, en este contexto, en el que la visita del presidente Xi Jinping al Perú cobra una importancia histórica. Los 45 años de relaciones diplomáticas son apenas los prolegómenos de una historia a la que le faltan muchos tomos más por escribirse. En este momento de compenetración, mantenerse y avanzar solo es posible por medio de una profundización de la confianza, exponiendo recíproca y sinceramente sobre la mesa los intereses fundamentales que atañen a la relación. La materialización del beneficio compartido se dice fácil, pero este solo se consigue con el trabajo diligente, esmerado y constante de todas y cada una de las partes.
Una excelente relación y la apertura de un nuevo capítulo demandan la aceptación de diferencias y la búsqueda de coincidencias. No existe en el mundo una relación humana o estatal en la que no hayan obstáculos por superarse. Y es en la búsqueda ampliada de escenarios que los dos países encontrarán el terreno idóneo para cooperar de manera pragmática y que impulsarán los deseos conjuntos de desarrollo, modernización y prosperidad.
El presidente Xi Jinping ha anunciado a chinos y peruanos que el Perú no es un país recóndito ni tampoco uno ignorado. Es una civilización milenaria que ha acogido a migrantes chinos desde hace cientos de años y les ha dado las herramientas para convertirlos en una comunidad dinámica en el seno de la nación peruana. Y pese a la fusión que ha surgido entre chinos y peruanos en el Perú, el presidente ha sido enfático en la necesidad de ambos pueblos de conocerse más y mejor. La amistad y la hermandad son la base fundamental de toda relación, y por ello, el aprendizaje constante a ambas orillas del Pacífico es primordial para alimentar la magia y el encanto de esta relación.
Desde que estalló la crisis financiera internacional, el proteccionismo ha herido a los estados en desarrollo con medidas abusivas e intransigentes. La visita del presidente Xi Jinping al Perú y a otros estados latinoamericanos revela una nueva intencionalidad de cara a la ola proteccionista que se avecina para el próximo año: China busca por medio del diálogo y la negociación un entorno inclusivo y de beneficio compartido para el libre comercio. Y Perú es un socio clave de China para materializar un comercio libre, justo, estratégico e integral, anhelos albergados por América Latina y los países de Asia-Pacífico.