
Cuando un milpiés se siente amenazado, se enrolla en una espiral y expulsa un líquido nauseabundo y altamente tóxico. Existe una especie que excreta suficiente cianuro de hidrógeno como para matar a seis ratones.
Algo parecido hace el escarabajo bombardero, que lanza un líquido desde la punta de su abdomen. Almacena hidroquinona y peróxido de hidrógeno en cavidades independientes, que al juntarse generan una reacción química que calienta la sustancia hasta casi 100ºC, que resulta letal para otros insectos.