En lugar de seleccionar el parque Victoria, denominado la “plaza de la democracia”, como el lugar de la “ocupación”, los organizadores la han hecho en el centro de Hong Kong, donde se encuentran el edificio del gobierno y numerosos establecimientos comerciales e instituciones financieras. Esto demuestra de cierto modo que ellos están afanados más por el enfrentamiento y la destrucción que por la democracia. El movimiento “Ocupa Wall Street”, ocurrido hace pocos años, que apuntaba a paralizar el normal funcionamiento de las instituciones financieras estadounidenses, se selló con un desalojo sangriento, lección esta que se debe tomar como escarmiento. De hecho, no es que los organizadores ignoren las consecuencias que traería la paralización del normal funcionamiento de los centros financieros y comerciales y los organismos gubernamentales de un país o una región; han ocupado con empeño el centro de la ciudad precisamente para dar a conocer su pertinaz decisión de enfrentamiento y destrucción, sin tomar en cuenta las consecuencias.

En las últimas dos semanas a partir del inicio del movimiento "Ocupa Central", se han dado nefastas consecuencias en Hong Kong: seria confrontación de los manifestantes con la policía y los vecinos, graves daños para la política, economía, legalidad, sociedad y vida de la gente, así como futura división de la sociedad hongkonesa y destrucción del normal estado legal y democrático de su vida política y social. En una comunidad abierta, inclusiva y diversa como Hong Kong, las manifestaciones suelen realizarse de modo pacífico y racional, y ha habido pocos enfrentamientos reñidos entre manifestantes y policías. En este sentido, los daños causados por "Ocupa Central" a la legalidad, la democracia, la razón, la paz y la libertad en Hong Kong son mucho mayores que el impacto de una crisis financiera e incluso de varias.

Las fuerzas occidentales siempre han apoyado subrepticiamente "Ocupa Central" e incluso ha fraguado ideas para ella, desde que comenzó a gestionarse la “ocupación”aprincipios del año pasado hasta su reciente puesta en marcha. En el último año y pico transcurrido, haciendo valer su poderosa capacidad de difusión, los medios de comunicación de Occidente han utilizado gran cantidad de gráficos, textos e imágenes meticulosamente manipulados, para alentar y fomentardescaradamente"Ocupa Central", calificandolos disturbios callejeros que desafían la legalidad y que han desembocado en enfrentamientos contra el gobierno como una “acción justa” por la democracia. Habiendo analizado con detalle las informaciones sobre las protestas callejeras publicadas por la prensa occidental, podemos darnos cuenta de un doble estándar y un fuerte tono de utilitarismo: en un país las acciones de protesta son descritas como disturbios callejeros,mientras en el otro se consideran como “lucha por la democracia”. Justo debido a este concepto de la democracia, vacío, caprichoso y carente de apoyo teórico y de los hechos, los medios de comunicación occidentalesno han podido informar o comentar acertadamente la realidad de"Ocupa Central", y con ello han perdido la posición objetiva y justa, deviniendo en instrumentos al servicio de la intervención de Occidente.

(Estudioso residente en Beijing, el autor ha trabajado durante largo tiempo pasado en medios de comunicación en Hong Kong y fue jefe de redacción de una revista de esta región.)